miércoles, 13 de enero de 2016

NO HAY LEGITIMIDAD INSTITUCIONAL AL MARGEN DE LA CONSTITUCIÓN.



Es preocupante el creciente desprecio que determinadas fuerzas políticas muestran hacia nuestra norma constitucional, como si la misma no fuera, precisamente, la que ha permitido disfrutar de amplísimas cotas de libertad y de progreso durante cerca de cuatro décadas, situando a España entre las verdaderas democracias del mundo.

Ello no obsta, desde luego, para reconocer las carencias de funcionamiento del sistema y los problemas que las circunstancias económicas y sociales del país han acarreado para la credibilidad de nuestras instituciones. Esos problemas, sin embargo, no son achacables a la Constitución.

No debe tampoco rechazarse la posibilidad de introducir mejoras en nuestra Constitución, tras casi cuarenta años de funcionamiento y vigencia. Pero en ningún caso podemos considerar que la Constitución, como parecen pretender algunos, es un mecanismo que priva a los ciudadanos de su soberanía o que supedita los derechos de las personas a los intereses de unos pocos.

Justamente es todo lo contrario, y sin duda la Constitución contiene en sí las potencialidades necesarias para avanzar decididamente en la corrección de todos los problemas sociales que nos aquejan. En el marco constitucional caben diferentes programas políticos, acordes a la voluntad mayoritaria de la sociedad, pero dichos programas cuentan con unos contenidos necesarios a respetar, como son los derechos fundamentales de los ciudadanos y las reglas democráticas del poder político.

El desprecio a la Constitución que algunos muestran es especialmente grave cuando afecta a aquellos que acceden a responsabilidades institucionales. No basta para considerarse demócrata acceder al poder a través del voto de los ciudadanos, sino que la verdadera demostración de convicción democrática de todo cargo público es precisamente el modo de ejercer sus responsabilidades institucionales, y muy especialmente el sometimiento expreso a la Constitución como norma suprema a la que todos estamos sujetos, ciudadanos y poderes públicos.

Aquel cargo público que, al asumir una responsabilidad institucional, no hace expresa declaración de acatamiento a la Constitución –norma en la que se establecen los derechos de los ciudadanos y los límites infranqueables para el poder político- debe ser considerado como una potencial amenaza para nuestra democracia y, como tal, debería verse privado de su condición de cargo institucional. 

La legitimidad democrática que dan los votos se pierde si el ejercicio del poder político se quiere efectuar al margen o en contra de la norma constitucional, como parecen pretender en nuestro país algunos responsables políticos. La norma constitucional no puede ser ignorada impunemente por ningún cargo institucional y la democracia tiene el derecho y el deber de reaccionar frente a quienes olvidan las exigencias propias del Estado de Derecho y el obligado sometimiento a la legalidad. 

Si no se acata la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico por los cargos institucionales, los ciudadanos quedamos a merced de la arbitrariedad de nuestros gobernantes, o lo que es lo mismo perdemos nuestra condición de ciudadanos.


7 comentarios:

Anónimo dijo...


¿Hay razones para impugnar el juramento de Carles Puigdemont como president?

Anónimo dijo...


La Ley del régimen electoral es clara: "en el momento de tomar posesión y para adquirir la plena condición de sus cargos, los candidatos electos deben jurar o prometer acatamiento a la Constitución, así como cumplimentar los demás requisitos previstos en las leyes o reglamentos respectivos”

Anónimo dijo...


Los poderes del Presidente de la Generalitat emanan de la constitucion y del estatut. Leyes aprobadas en el Parlamento español.Es más, la ley electoral que se aplica en Catalunya es la española porque no ha habido intencion de hacer una propia (esa si es una competencia catalana) porque eso significaría perder un poder que ahora le viene de las comarcas más rurales.

Anónimo dijo...


Todo son frases grandilocuentes,días históricos, malas formas, desplantes, desprecios y menosprecios hacia el que piensa diferente con el único animo de crear crispación, malestar, enfrentamientos ridículos, que se consigue con eso? nada solo crearse enemigos, si alguien en su sano juicio cree que todo esto traerá algo bueno no ya ahora, en el futuro, entre pueblos que están condenados a conllevarse por el simple echo geográfico aparte del familiar y de lasos históricos es que esta muy mal de la cabeza, estas cosas solo traerán desgracia y ruina para todos. Cuando se siembra la semilla del odio hacia los demás, nunca se recogerá nada bueno, estos políticos de medio pelo solo saben crear enemistad entre la gente y toda para absolutamente nada, estamos todos condenados a conllevarnos, de lo contrario solo nos esperan peleas y disputas que no llevan a ningún lado, solo ruina y pobreza, tanto económica como intelectual y de todo tipo, pensaba que esta tierra queria prosperar y no retroceder hacia la caverna de los aislados.

Anónimo dijo...


El problema és que este señor no tiene la más mínima intención de respetar los derechos del 53% de la gente

Anónimo dijo...


Prometo respetar al President de la Generalitat, por imperativo legal (que luego yo ya haré lo que me de la gana)

Eso es lo que significa no? Porque me obligan...

Si yo hubiera firmado eso en mi toma de posesión como funcionaria, ni lo hubiera llegado a ser

Anónimo dijo...


En cualquier país serio si un cargo no jura por la Constitución se le da la patada en el acto e inhabilita de por vida.