- Reconocer el derecho de acceso a la información como un derecho fundamental. Esto conlleva medidas como la aprobación de una normativa de transparencia, establecer un sistema rápido y sencillo para tramitar solicitudes de acceso a la información, o la asunción de ciertas prácticas como el uso obligatorio de formatos abiertos.
- Instaurar prácticas de transparencia que aborden de forma integral el proceso de toma de decisiones por parte de los organismos públicos. Esto engloba medidas como la publicación de las agendas de los cargos públicos, su orden del día y la publicación proactiva de información clave referente a reuniones con grupos de interés externos.
- Asumir y llevar a cabo propuestas, tanto para administraciones como para lobbistas, que garanticen una efectiva transparencia y regulación del lobby, incluyendo medidas como la creación de un registro de lobby obligatorio, el establecimiento de controles para evitar las “puertas giratorias”, o la publicación de declaraciones de conflictos de interés de los cargos públicos.
Like the battle of Waterloo, the battle for Scotland was a damn close-run thing. The effects of Thursday’s no vote are enormous – though not as massive as the consequences of a yes would have been.
The vote against independence means, above all, that the 307-year Union survives. It therefore means that the UK remains a G7 economic power and a member of the UN security council. It means Scotland will get more devolution. It means David Cameron will not be forced out. It means any Ed Miliband-led government elected next May has the chance to serve a full term, not find itself without a majority in 2016, when the Scots would have left. It means the pollsters got it right, Madrid will sleep a little more easily, and it means the banks will open on Friday morning as usual.
But the battlefield is still full of resonant lessons. The win, though close, was decisive. It looks like a 54%-46% or thereabouts. That’s not as good as it looked like being a couple of months ago. But it’s a lot more decisive than the recent polls had hinted. Second, it was women who saved the union. In the polls, men were decisively in favour of yes. The yes campaign was in some sense a guy thing. Men wanted to make a break with the Scotland they inhabit. Women didn’t. Third, this was to a significant degree a class vote too. Richer Scotland stuck with the union — so no did very well in a lot of traditonal SNP areas. Poorer Scotland, Labour Scotland, slipped towards yes, handing Glasgow, Dundee and North Lanarkshire to the independence camp. Gordon Brown stopped the slippage from becoming a rout, perhaps, but the questions for Labour — and for left politics more broadly — are profound.
For Scots, the no vote means relief for some, despair for others, both on the grand scale. For those who dreamed that a yes vote would take Scots on a journey to a land of milk, oil and honey, the mood this morning will be grim. Something that thousands of Scots wanted to be wonderful or merely just to witness has disappeared. The anticlimax will be cruel and crushing. For others, the majority, there will be thankfulness above all but uneasiness too. Thursday’s vote exposed a Scotland divided down the middle and against itself. Healing that hurt will not be easy or quick. It’s time to put away all flags.
The immediate political question now suddenly moves to London. Gordon Brown promised last week that work will start on Friday on drawing up the terms of a new devolution settlement. That may be a promise too far after the red-eyed adrenalin-pumping exhaustion of the past few days. But the deal needs to be on the table by the end of next month. It will not be easy to reconcile all the interests – Scots, English, Welsh, Northern Irish and local. But it is an epochal opportunity. The plan, like the banks, is too big to fail.
Alex Salmond and the SNP are not going anywhere. They will still govern Scotland until 2016. There will be speculation about Salmond’s position, and the SNP will need to decide whether to run in 2016 on a second referendum pledge. More immediately, the SNP will have to decide whether to go all-out win to more Westminster seats in the 2015 general election, in order to hold the next government’s feet to the fire over the promised devo-max settlement. Independence campaigners will feel gutted this morning. But they came within a whisker of ending the United Kingdom on Thursday. One day, perhaps soon, they will surely be back.
(Artículo de Martin Kettle, publicado en "The Guardian" el 19 de septiembre de 2014)
3 comentarios:
¿Es España de verdad un Estado de derecho? El imperio de la ley, ¿es realmente lo que define, enmarca y condiciona nuestras relaciones de convivencia? La justicia, sus protagonistas y las instituciones judiciales, ¿son las que nos merecemos? Y sobre todo: ¿están a la altura de lo que demanda la sociedad española?
Nadie discute que en España el Estado de derecho atraviesa hoy una situación delicada. Todo el entramado institucional creado para salvaguardarlo, desde el proceso inicial de generación de normas hasta su aplicación final por la judicatura o por la Administración Pública, está amenazado de derribo y se muestra en ocasiones demasiado débil para taponar las grietas por las que se filtran los intereses particulares de los más poderosos o simplemente de los más desvergonzados.
La defensa del Estado de derecho pasa por obligar a nuestros dirigentes a tomar conciencia de su responsabilidad, denunciando sus excesos y sus carencias si es necesario, que es justo lo que hacen en este libro varios de los editores del blog jurídico más importante de nuestro país. Porque depende de nosotros conseguir que vivamos en un Estado que respete los compromisos adquiridos entre todos y en el que se pueda decir, sin reparos, que sí hay derecho.
REcomendable lectura.
¿Hay derecho?
La quiebra del Estado de derecho y de las instituciones en España
Sansón Carrasco
Un personaje de Cervantes, el bachiller Sansón Carrasco o, lo que es lo mismo, el Caballero de la Blanca Luna que vence a don Quijote, es el nombre escogido como seudónimo colectivo por los cinco autores de este libro, editores del blog del mismo título:
Elisa de la Nuez es abogado del Estado, fundadora y coeditora del blog ¿Hay derecho? Ha desarrollado su actividad profesional en la Administración Pública, en el sector público y en el sector privado, en el que ha fundado su propia empresa, Iclaves, especializada en estudios y proyectos de nuevas tecnologías y la sociedad de la información. Es especialista en transparencia y buen gobierno. Publica habitualmente en diversos medios y en iniciativas de la sociedad civil para la regeneración democrática, entre ellas el Manifiesto de los 100 para la reforma de los partidos políticos.
Fernando Gomá Lanzón es notario, fundador y coeditor de ¿Hay derecho? y presidente de honor de la plataforma cultural y educativa Qué Aprendemos Hoy. Forma parte de la comisión del consumidor del Consejo General del Notariado y ha publicado numerosos trabajos y artículos jurídicos en revistas especializadas y periódicos, muchos de ellos relacionados con cuestiones relativas al consumidor y nuevas tecnologías. Es miembro del consejo de administración de la Agencia Notarial de Certificación, la sociedad tecnológica del notariado español.
Ignacio Gomá Lanzón es notario, miembro del consejo de redacción y del de dirección de la revista El Notario del siglo XXI y coeditor de ¿Hay derecho? Es autor de numerosas publicaciones y ha participado como conferenciante en numerosos congresos, seminarios y reuniones profesionales, tanto a nivel nacional como internacional, entre otras, en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, en la Academia Matritense del Notariado y en Harvard. Ha sido miembro de la junta directiva del Colegio Notarial de Madrid y es mediador y patrono de la Fundación Notarial Signum para la Resolución Alternativa de Conflictos.
Fernando Rodríguez Prieto es notario, editor y fundador de ¿Hay derecho? Es también mediador, experto en sistemas extrajudiciales de resolución de conflictos y patrono de la Fundación Notarial Signum para la Resolución Alternativa de Conflictos. Ha publicado diversos trabajos y artículos sobre materias de Derecho civil, mercantil e hipotecario, así como sobre cooperación al desarrollo institucional y responsabilidad social corporativa. Ha sido conferenciante y participado en numerosas mesas redondas y es miembro de la Junta directiva del Colegio Notarial de Madrid.
Rodrigo Tena Arregui es notario y ha sido profesor de Derecho civil en la Universidad de Zaragoza y en la Universidad Complutense de Madrid y de Derecho documental en la Universidad Juan Carlos I de Madrid. Es fundador y coeditor del blog ¿Hay derecho? y miembro del consejo de redacción y subdirector de la revista El Notario del siglo XXI. Ha publicado un elevado número de trabajos sobre materias propias de su especialidad, aparte de colaboraciones periódicas en los diarios El País, El Mundo, Cinco Días, Expansión y en la revista Claves de razón práctica. Es autor del ensayo Ocho minutos de Arco (2005).
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