IMPOSTURAS DE UN GOBIERNO.

Lo sucedido con la falsa inauguración de los quirófanos y unidad de cuidados intensivos del Hospital Nuestra Señora de Gracia, vista la información publicada sobre el hecho -con la incontestable evidencia de las fotografías que muestran unas salas vacías donde poco antes había sofisticados aparatos médicos- sólo puede calificarse como un grave caso de impostura del Gobierno de Aragón.

Es muy preocupante que un Gobierno, ante la prohibición del ceremonial de inauguraciones que impone la Ley Electoral a partir de la convocatoria electoral, acuda no sólo a las apresuradas inauguraciones previas a la "fatídica" fecha de la convocatoria, sino también a las inauguraciones aparentes o trucadas, a operaciones de propaganda fraudulenta dirigidas exclusivamente a engañar a los ciudadanos -haciéndoles creer una cosa distinta a la realidad-, incurriendo para ello en una utilización indebida de recursos públicos, y con las que la gestión pública y la acción política parecen quedar reducidas a una simple obra de teatro, a una representación.

Podemos, luego, minimizar el asunto y quitarle hierro, incluso calificarlo de un simple error o torpeza, pero las cosas hay que valorarlas en su justa medida, ya que de otro modo luego no es posible explicarse el creciente escepticismo de los ciudadanos hacia los discursos de los responsables políticos, la pérdida de credibilidad de éstos y la falta de confianza en promesas y compromisos. Lo peor que podría suceder aquí sería que las falsas inauguraciones -y la manipulación de la gestión pública y de la opinión pública que ello comporta y persigue- sea considerado por quienes las llevan a cabo como un medio lícito para ganar el favor de los electores.

Es lógico -a la vista de sucesos como éste, del cual deberían derivarse consecuencias administrativas- que se extienda la sospecha de que a los ciudadanos se nos oculta, una vez más, el verdadero balance de la gestión del Ejecutivo y la misma realidad sobre el estado de los servicios públicos -una realidad que, tras las elecciones, es probable que resulte bien distinta a la que ahora se declara- y, lo que tal vez es igual de grave o peor, que, al eludir la realidad, no se anuncian ni proponen las medidas que será preciso tomar, dado su carácter impopular. Es decir, se nos oculta el diagnóstico de la situación -a pesar de contar con datos clarísimos sobre la misma- y las verdaderas medidas que se habrán de adoptar para hacerle frente. Todo ello podría hacer que el desarrollo de la campaña electoral de las elecciones autonómicas y locales de mayo de 2011 sea una impostura similar a la realizada en el Hospital Nuestra Señora de Gracia, aunque esta vez no sea exclusiva de quienes gobiernan sino también de quienes aspiran a gobernar.