viernes, 20 de septiembre de 2013
PUNTO MUERTO.
La
función pública aragonesa, en su conjunto, debiera estar embarcada en un
permanente proyecto de mejora y de adecuación a las demandas de los ciudadanos
en la prestación de servicios públicos y en la tramitación de procedimientos
administrativos, en los que quedasen
adecuadamente aseguradas las garantías de los derechos de las personas
interesadas. Pero no es esa tensión la que se percibe en los diferentes ámbitos
de la Administración
aragonesa. La maquinaria administrativa, por el contrario, parece hallarse en
punto muerto, más allá de la gestión interna y rutinaria sin apenas valor
añadido.
Domina la sensación de parálisis, de falta de rumbo, de ausencia de
dirección y carencia de liderazgo. No hay proyecto político ni de gestión que
resulten mínimamente reconocibles, a los que los funcionarios puedan aportar su
conocimiento e impulso técnico, su compromiso profesional. No existe ilusión ni
empeño en contribuir al buen funcionamiento del Estado de Derecho ni a la
mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, sobre todo en momentos
particularmente difíciles y comprometidos como los presentes, cuando más
necesario resultaría.
No
hay garantía alguna de que el Gobierno de Aragón actual tenga un compromiso
inequívoco con el respeto de la legalidad y con el respaldo a la
profesionalidad de quienes trabajan en la función pública autonómica. Sin
confianza en los profesionales del sector público, cualquier acción de gobierno
está llamada al fracaso y a la esterilidad, como estamos comprobando a la
altura del ecuador de la presente legislatura.
La
regeneración política y la cohesión social ante la crisis debieran ser los dos
ejes esenciales de la actual acción de gobierno, pero no es posible detectar
en los actuales responsables políticos ningún mensaje sólido en tales
direcciones. Si el liderazgo político en la sociedad aragonesa es apenas
perceptible, en el seno de la
Administración autonómica es nulo, inexistente.
La
falta de habilidades directivas y el sectarismo son dos elementos que lastran
poderosamente la actuación de los responsables de la actual Administración
aragonesa en ámbitos decisivos de la gestión pública, y restan credibilidad a
cualquier mensaje de futuro que pretende transmitirse.
Se impone una profunda
reflexión sobre el actual marasmo que vive la administración autonómica, pues
la escasez de recursos no puede servir de justificación a la parálisis existente, sino que
justamente debiera ser razón para redoblar esfuerzos, coordinación,
priorización de objetivos y, sobre todo, mostrar ejemplaridad y capacidad de movilización
de recursos disponibles por parte de todos, pero muy en especial por los miembros
del Gobierno de Aragón y altos cargos de la Administración
autonómica.
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1 comentario:
Qué tremendo despilfarro de recursos se está produciendo en la DGA por la falta de capacidad de quienes dirigen!
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