martes, 21 de junio de 2011

LA DEMOCRACIA QUE TENEMOS.

España es un país democrático, universalmente reconocido como tal. La legitimidad de todas sus instituciones sólo proceden de la voluntad popular y de su Constitución. Cuestionar su funcionamiento –o señalar sus preocupantes patologías- no puede conducirnos al dislate de afirmar que no existe democracia, o negar la fórmula de la democracia representativa como la idónea para organizar nuestra vida colectiva. La Constitución de 1978 no sólo ha asegurado la libertad y la concordia entre todos los españoles –algo inédito en nuestra historia pasada-, sino que, al mismo tiempo, nos ha permitido vivir el periodo más largo de progreso económico y social y de prosperidad, debido en gran parte a nuestra entrada en la Unión Europea.

Las dificultades que ahora vivimos, por duras que sean, han de afrontarse desde nuestro marco institucional y nuestro régimen de libertades. Las protestas por las medidas sociales o la situación económica son legítimas, pero sus destinatarios no pueden ser otros que los responsables políticos legítimos que hemos elegido para dirigir los asuntos públicos, desde el debate, la deliberación pública, la responsabilidad y la rendición de cuentas. Carecería de sentido demandar soluciones de aquellos a los que negamos legitimidad para acordarlas. Sólo desde la responsabilidad y la coherencia cabe exigir igual comportamiento a nuestros representantes.

Las instituciones democráticas y quienes se incorporan a ellas, como resultado de la voluntad popular expresada en los procesos electorales, nos representan, y negarlo supondría dislocar toda nuestra organización política, sin recambio posible. Las reglas del juego no son inmutables, pero los cauces para cambiarlas están perfectamente establecidos, sin que quepa admitir atajos o veleidades de cualquier tipo, ni sea posible alentar el espejismo de que la soberanía nacional reside en las calles y en quien las ocupe. La ciudadanía y el derecho de participación política que conlleva corresponde a todos y cada uno de los ciudadanos, indignados o no, y el espacio público de debate ha de estar abierto a todos, como exige una democracia que ha hecho del pluralismo político uno de sus principios superiores.

Las democracias no sólo exigen buenas instituciones, sino también buenos ciudadanos, una sociedad civil claramente comprometida con los valores democráticos, exigente con el respeto de los derechos fundamentales y con la máxima transparencia en la gestión de los asuntos públicos. Este ha sido el criterio que ha presidido toda la actividad de esta Asociación desde hace más de cuatro años, cuando creimos que era necesario reaccionar frente al alarmante declive de la ética pública en el seno de nuestras instituciones y a la banalización de la ilegalidad en la ordenación de la función pública, debilitando con ello la funcionalidad del Estado de Derecho.

Nuestra lógica no ha sido la de cuestionar las instituciones, sino determinados comportamientos o conductas de sus titulares, entendiendo que el buen funcionamiento de la democracia requiere, sobre todo en momentos de dificultad, políticos que generen confianza en los ciudadanos y que estén dotados de autoridad y credibilidad para marcar objetivos y prioridades, para plantear las medidas con las que contribuir al bienestar general. Es cierto que la cerrazón que ha mostrado el Gobierno de Aragón, ahora saliente, frente a todas nuestras propuestas ha puesto de manifiesto las grandes dificultades de nuestra actual clase política para impulsar cualquier medida innovadora dirigida a recuperar el aliento ético esencial de todo sistema democrático y reforzar la confianza ciudadana en las instituciones públicas.

No por ello, sin embargo, vamos a dejar de realizar nuestro trabajo y nuestra crítica, desde el absoluto compromiso con los principios y valores constitucionales y desde el respeto al papel que corresponde desempeñar a las instituciones públicas, únicas legitimadas para ello, y desde la reivindicación pública de la democracia constitucional que tenemos, enormemente valiosa a pesar de todos sus defectos y carencias.

España es, indiscutiblemente, una democracia constitucional y sólo en el marco de la razón y participación democráticas cabe buscar solución a sus innegables carencias y a los conflictos sociales que provoca la actual crisis económica. Poner en duda el carácter democrático de nuestro sistema político, como algunos se permiten hacerlo hoy, no sólo es una falacia, sino que introduce un factor de deslegitimación institucional que sólo puede degradar nuestra vida colectiva y agravar nuestros problemas políticos, económicos y sociales. La fortaleza democrática de un país es la mejor garantía para afrontar los problemas y buscar soluciones inteligentes y justas.

27 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que tenemos no es una democracia. Para que haya democracia se necesitan dos requisitos que son: representación del elector y separación de poderes en origen. Estas dos condiciones no se dan en lo que Vd. llama "democracia", sin serlo.
Lo que aquí hay es una partitocracia, con unos partidos que solamente se representan ellos mismos y que son estatales, pues son pagados por el Estado.

Anónimo dijo...

Pues en mi opinión si hay democracia. Con mi voto he logrado cambiar el signo del gobierno. Eso es democracia, principalmente.

Anónimo dijo...

¿Acaso vamos a negar ahora la evidencia?

Anónimo dijo...

Al final de la sesión constitutiva, un grupo formado por una treintena de indignados se ha ubicado junto a la rampa de salida de vehículos de la Aljafería para proferir a los representantes políticos gritos, ruidos y consignas.

Efe

Anónimo dijo...

Con paraguas, cánticos y un ataúd negro que simbolizaba la muerte de la democracia, unas 300 personas se han concentrado esta mañana en las puertas de la Aljafería, convocados por la plataforma Democracia Real Ya y con el apoyo de acampados de la plaza del Pilar.

El palacio sede de las Cortes de Aragón estaba rodeado por un amplio dispositivo policial, superior al que se vio en la manifestación del pasado domingo. Los indignados se han concentrado a partir de las 10.00 para esperar la llegada de los diputados, prevista para antes de las 11.00.

No se ha producido ningún incidente y los manifestantes han coreado distintos cánticos, como «Lo llaman democracia y no lo es», «Que no, que no, que no nos representan», «No hay pan para tanto chorizo», «Menos policía y más educación» o una versión musical: «Un (dos, tres...) políticos se balanceaban sobre la burbuja inmobiliaria. Como veían que no se caían, fueron a llamar a otro polítco...».

Después, han recorrido el entorno de la Aljafería portando un ataúd negro que simbolizaba la muerte de la democracia. Mientras dentro comenzaba el acto de constitución de las Cortes de Aragón.

«Queremos que los políticos oigan a las miles de personas que han salido estos días a la calle. Hoy estamos aquí para recordarles que les estaremos vigilando y para exigir otra salida a la crisis. Siempre se convocan actos pacíficos y este es uno más. El movimiento sigue con reuniones y otros actos», ha afirmado Isabel Gurría, una de las portavoces de Democracia Real Ya en Zaragoza.

heraldo de aragon

Alfonso dijo...

Este comentario del blog emplea las palabras "dislate" y "falacia" para calificar la opinión de los que pensamos que en España no hay democracia. Dislate significa disparate. Falacia supone engaño o mentira. Para que haya mentira o engaño, es decir, falacia, se requiere que el que habla u opina diga cosa diferente a la que piensa; pero si ambos procesos -pensamiento y manifestación- coinciden, no hay falacia. En cuanto a disparate, obsérvese que también se puede calificar de dislate la opinión contraria, y con eso nos quedaríamos.
Sería mejor exponer los argumentos de ambas posiciones antes que calificarlas de esa forma.
El comentarista del blog presenta sus argumentos sobre la base de que tenemos una Constitución y que de ella derivan instituciones democráticas.
Estoy completamente de acuerdo. Por mi parte no dudo de que la Constitución es un buen documento fundador de una democracia.
Lo que afirmo cuando digo que no tenemos democracia es que precisamente no se cumplen los principios inspiradores de lo que llamamos democracia. Pero no es que no se cumplan sobre el papel, la Constitución cumple...No se cumplen en la realidad. Si esto ya es muy antiguo. Marx (Carlos, no Groucho, si bien este último también decía cosas interesantes) afirmó a mediados del XIX que una Constitución que no se cumple es papel mojado. En España estamos en esas: deseo que la Constitución se cumpla, deseo que la democracia exista.
Vuelvo a poner el ejemplo que puse ya hace unos días: la República Democrática Alemana tenía también una Constitución. Tenemos así dos elementos: Constitución y denominación de democrática. ¿La convertía esto en una democracia? No.
Hay un "anónimo" que ha apostillado (el primero de la lista) en este comentario que ya expone algunos elementos que en España no se cumplen (a pesar de la Constitución). Añadamos más: ya explicaba Rousseau que la democracia representativa era necesaria puesto que no había mecanismos para que todos los ciudadanos opinasen y votasen en todos los asuntos públicos. Ahora bien, la técnica nos ha traido instrumentos de participación que son posibles: en EEUU -y en otros países- se celebran multitud de consultas populares (sobre el matrimonio homosexual, el consumo de marihuana, etc.). En España no se consulta nada. Esto ya es un elemento que, unido a otros muchos, muestra un síntoma de que nuestros "representantes" no quieren escuchar a sus "representados", sino que quieren decirnos lo que tenemos que hacer..."por nuestro bien"...
Saludos.

Anónimo dijo...

¿Es un disparate, entonces, afirmar que en España hay democracia?

Anónimo dijo...

¿Y en Francia?

Anónimo dijo...

¿Y en Portugal?

Anónimo dijo...

¿Y en Grecia?

Anónimo dijo...

¿Y en Italia?

Anónimo dijo...

¿Ya no hay democracia en Europa?

Anónimo dijo...

¿Son las nuevas ruedas de molino con las que, necesariamente, hemos de comulgar?

Anónimo dijo...

Una falacia o sofisma es, según la definición tradicional, un patrón de razonamiento incorrecto que aparenta ser correcto.[1] Un razonamiento falaz no necesariamente arriba a una conclusión falsa; así como un razonamiento correcto o válido no necesariamente arriba a una conclusión verdadera.[2] Los razonamientos falaces no son falaces por arribar a una conclusión falsa, sino por contener un error en el razonamiento mismo.

Anónimo dijo...

¿Si no se utilizan los mecanismos de participación facultativos ya no hay democracia?

Anónimo dijo...

¿Le hacemos un monumento a Celaya?

Anónimo dijo...

¿Por qué molesta a alguien que se afirme que hay democracia?

Anónimo dijo...

¿Estamos ante un nuevo negacionismo sectario?

Anónimo dijo...

vaya exclusiva tienen estos...
http://www.elconfidencial.com/en-exclusiva/2011/sentencia-historica-supremo-revoluciona-funcion-publica-20110622-80451.html

Anónimo dijo...

OBLIGA A INCLUIR LAS PLAZAS DE INTERINOS EN LAS OFERTAS DE EMPLEO PÚBLICO

Una sentencia histórica del Supremo revoluciona la función pública

el confidencial

Anónimo dijo...

Marejada, y fuerte, en la función pública. ¿La causa? Una reciente sentencia de la sala de lo contencioso del Tribunal Supremo que obliga a las distintas administraciones públicas a incluir en sus ofertas de empleo público las plazas de los interinos.

La sentencia la firma la sección séptima del TS, cuyo presidente es el magistrado José Manuel Sieira, y declara contraria a la legalidad la oferta de empleo público realizada en 2007 por el Gobierno de Aragón, que excluía a los interinos de la convocatoria por entender que de esta manera se mejoraban los procesos selectivos. El Ejecutivo argumentaba, además, que así se impedía que “bajara la calidad de los seleccionados”.

El Supremo rebate de principio a fin este argumento y recuerda que tanto el Estatuto Básico del Empleado Público como la Ley de la Función Pública de Aragón obligan a incluir a los interinos en las convocatorias para asignación de nuevas plazas. En el primer caso, la legislación estatal precisa que “las plazas vacantes desempeñadas por funcionarios interinos deberán incluirse en la oferta de empleo correspondiente”, mientras que la ley aragonesa habla incluso de que esa inclusión debe hacerse “en la primera oferta que se apruebe”.

Pues bien, pese a estos mandatos legales tan nítidos, el Gobierno de Aragón –como hacen otros ejecutivos regionales- hizo exactamente lo contrario, y eso dio a pie a que la Asociación para la Defensa de la Función Pública de Aragón presentara un recurso de casación. Al ser la primera sentencia del Supremo sobre este asunto, no crea jurisprudencia y sólo afecta a las partes implicadas, pero fuentes jurídicas aventuraron nuevas decisiones judiciales en esa dirección, toda vez que la casuística es común en otras comunidades autónomas. Tan sólo en Aragón hay en estos momentos más de 2.000 empleados públicos en situación de interinidad.

El Supremo recuerda en la sentencia que los interinos son funcionarios que por razones “expresamente justificadas de necesidad y urgencia” son nombrados como tales para desempeñar su función. Y que si no cumplen los requisitos para ganar una plaza, los responsables serían en última instancia los tribunales calificadores a la hora de exigir “capacidad y mérito”, como exige la Constitución española, además de igualdad a la hora de proveer las plazas de la función pública. Los autores de la sentencia recuerdan, en este sentido, que nada obliga a cubrir todas las vacantes en cada una de las convocatorias si no se cumplen los requisitos de cualificación profesional.

El Tribunal Supremo argumenta, asimismo, que tampoco el Gobierno de Aragón puede alegar motivos económicos y de autoorganización, toda vez que las plazas “están presupuestadas y ocupadas por funcionarios interinos”. Este argumento, según Julio Guiral, de la Asociación para la Defensa de la Función Pública, es importante porque rompe una doctrina imperante hasta la aprobación del Estatuto del empleado público.

En la sentencia se obliga a pagar las costas a la Federación de Empleados Públicos de CCOO de Aragón, que había recurrido por falta de legitimidad el recurso presentado por la Asociación para la Defensa de la Función Pública.

carlos sanchez

Anónimo dijo...

Comentario:

¿Y quien es el Tribunal Supremo para enmendarle la plana al ejecutivo?. Estamos en DEDOCRACIA señores. Esto se lo pasaran por el forro y a otra cosa mariposa.

Alfonso dijo...

Es difícil debatir con tanto anónimo...Así que sólo me limitaré a contestar al "anónimo" que define "falacia o sofisma". Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua no son lo mismo falacia que sofisma. Por tanto, no se pueden utilizar como sinónimos.

falacia.

(Del lat. fallacĭa).

1. f. Engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien.

2. f. Hábito de emplear falsedades en daño ajeno.

sofisma.

(Del lat. sophisma, y este del gr. σόφισμα).

1. m. Razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso.



Saludos.

Anónimo dijo...

No es que sea un disparate afirmar que hay democracia,- entiendo que democracia formal- es que es una falsedad en lo referente a España.
En Francia, Portugal, Grecia e Italia tampoco hay democracia formal. Donde si hay democracia es en Suiza y en Estados Unidos de America.
Al anonimo segundo le pregunto ¿como sabe que ha cambiado el signo del Gobierno, si ni siquiera puede saber quien es su representante al que ha votado?, los "votados" son propuestos por los partidos politicos y el votante no hace otra cosa que refrendar lo que le proponen en las listas los partidos.

Anónimo dijo...

Vaya, ahora los partidos están inhabilitados para elaborar las candidaturas, ¿eh?. Pues no es eso lo que dice la ley electoral, o es que las leyes ya carecen de valor porque lo han decidido unos cuantos que por lo visto saben más y pesan más que los demás.

Anónimo dijo...

¿No es posible votar a los candidatos de los partidos?

Anónimo dijo...

¿Y por qué no os presentais como agrupación de electores, a ver si sois capaces de elaborar un programa que tenga algún respaldo de los electores?