viernes, 6 de mayo de 2011

DIEZ AÑOS SIN MANUEL GIMÉNEZ ABAD.

Se cumplen diez años del asesinato de Manuel Giménez Abad y es imposible no revivir aquellos momentos de incredulidad y desolación vividos en la tarde del domingo 6 de mayo de 2001. Han pasado diez años ya, pero la imagen de Giménez Abad –su estatura como servidor público- sigue intacta en muchos de nosotros.

Pocas personas como él han encarnado y transmitido valores y saberes que hoy ejercen o habrían de ejercer funcionarios públicos de la Administración de la Comunidad Autónoma y de la Administración General del Estado, a los que él preparó, animó y orientó durante años, pero sobre todo inspiró con el ejemplo de su trabajo y de su talante. Un servidor público, y él lo dejó claro a lo largo de toda su vida, es un profesional comprometido con su sociedad.

Ejerció sus responsabilidades administrativas y políticas con los mejores valores de cada una de ambas actividades: la preparación, la exigencia, la generosidad, la cordialidad, el servicio a los demás, la defensa de los principios que nos dignifican a todos.

Contribuyó desde el primer momento a consolidar las instituciones de nuestra Comunidad Autónoma –en la Diputación General de Aragón y en las Cortes de Aragón- y se comprometió en responsabilidades de gobierno, con las inevitables hipotecas que la actividad política impone a quien gusta de razonar en libertad. La libertad que él sacrificó nos permitió a todos disfrutar de un proyecto –ya entonces- de regeneración de la vida pública.

Su asesinato no sólo nos arrebató a la persona –y nos ha privado de su compañía desde hace ya diez años a todos los que lo apreciábamos-, sino que supuso para nuestra Comunidad Autónoma una pérdida irreparable e irreemplazable, pues ejercía una labor vertebradora y mediadora dentro del conjunto institucional de nuestra Comunidad Autónoma que nadie más ha sido capaz de desarrollar.

Con toda seguridad, la Administración autonómica no se hallaría en el actual estado de atonía y de deriva si los terroristas no hubiesen truncado su vida. Si las personas son las que dan vida a las instituciones y marcan su carácter, Manuel Giménez Abad ha sido y sigue siendo la mejor y más destacada demostración de ello.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Se cumplen diez años del asesinato de Manuel Giménez Abad a manos de ETA. Un hecho que conmocionó a la comunidad aragonesa y que una década después todavía sigue sin resolverse. Técnicamente el asunto se archivó provisionalmente por falta de un autor conocido, aunque se barajen media docena de terroristas sospechosos. La muerte del entonces presidente del PP supuso un duro golpe para la sociedad y la política aragonesa que ha sabido superar lo irremediable acudiendo a la memoria y no permitiendo que su figura entre en el olvido.

periodico de aragon

Anónimo dijo...

Han pasado ya diez años desde que un terrorista acabara con la vida del presidente del PP de Aragón, Manuel Giménez Abad, en presencia de su hijo Borja cuando caminaban hacia el campo de fútbol de “La Romareda”, y su recuerdo está más vivo y presente que nunca.

Estos días ha habido reconocimientos en la fiesta de los periodistas aragoneses, en la celebración del Día Internacional de la Libertad de Expresión, también en la entrega de los premios “Aragoneses del año” de “El Periódico de Aragón”, y hoy se le recuerda en el palacio de la Aljafería en el homenaje a la palabra. ¡Cómo hubiera disfrutado hoy con el comienzo de una nueva campaña electoral, de una nueva fiesta democrática!

Estos días lo estamos sintiendo más nuestro que nunca, a través de su viuda, Ana Larraz, y de sus hijos, Manuel y Borja, que han sabido sobreponerse a la muerte de un marido y de un padre para canalizar y extender la energía positiva y los valores de un hombre conciliador, austero, cercano, defensor de lo público y del principio de legalidad, que aunque no está físicamente sobrevuela sobre el debate público en Aragón como un buen político y una buena persona.

Aquella tarde de un domingo primaveral perdimos la inocencia democrática en Aragón y como peatones nos acompañó durante muchos días el escalofrío del miedo. Nunca ETA había disparado contra un político, sí contra guardias civiles, y familias de guardias civiles, y contra militares, en atentados salvajes.

El décimo aniversario del asesinato de Giménez Abad ha coincidido con la legalización, en una votación muy reñida del Tribunal Constitucional, de la coalición electoral Bildu, en la que van candidatos independientes promovidos por Batasuna. Respetamos esa sentencia, como la hubiera respetado el jurista Manuel Giménez Abad, convencidos de que puede servir para aislar socialmente aún más a ETA, para que pronto entreguen las armas incondicionalmente, y para que el País Vasco se pacifique por los siglos de los siglos. Pero nos falta algo para estar tranquilos: que se detenga e identifique a los asesinos de un demócrata aragonés ejemplar y que paguen su crimen con la cárcel durante muchos años.

plácido diez
cadena ser

Anónimo dijo...

Zaragoza.- Este 6 de mayo de 2011 el patio de la alberca del Palacio de la Aljafería ha acogido el homenaje al político aragonés asesinado por la banda terrorista ETA en 2001 Manuel Giménez Abad. Un homenaje para impedir el olvido, ha dicho el presidente de las Cortes, Francisco Pina, que ha abierto el acto y quien ha ensalzado a Giménez Abad como símbolo de la amistad y las grandes convicciones. Algo en lo que han coincidido todos los intervinientes.

Pina también ha señalado que la sociedad rinde así homenaje a todos los asesinados, aunque no se le pueda devolver a la familia la voz de los que han fallecido.

Más de 200 personas entre diputados, amigos y autoridades se han dado cita en la Aljafería para mostrar su respeto a la familia y para recordar a Giménez Abad. También se ha podido escuchar una obra de Pietro Mascagni que ha sido la banda sonora para un vídeo con fotografías del político aragonés y que han creado un ambiente muy emotivo.

Después los premiados por la Fundación Giménez Abad, Antonio Filiu, Ana Haro y Enrique Cebrián Zazurca han recogido sus galardones por sus trabajos de investigación. Éste último ha ensalzado la labor que la Fundación realiza y ha dicho que honra a Giménez Abad.

A continuación, los portavoces de los grupos parlamentarios han intervenido. Tanto Adolfo Barrena de IU, como Chesús Bernal de Chunta Aragonesista, Javier Allué del PAR, Eloy Suárez del PP y Jesús Miguel Franco del PSOE han dejado a un lado la política y han leído varios poemas.

El homenaje se ha cerrado con las palabras de su sobrina Blanca Faci Giménez y sus hijos Borja Giménez Larraz y Manuel Giménez Larraz, quienes han destacado la pluralidad y fuerza de su padre.

Al final los asistentes han podido oír una audición de palabras de Manuel Giménez Abad que se han cerrado con un gran aplauso.

aragondigital

Anónimo dijo...

Intervención de Blanca Faci, tomada del blog La Madriguera:

MI TÍO MANOLO

A veces resulta difícil encontrar el equilibrio entre olvidar lo doloroso y no borrar los buenos recuerdos. Llevamos 10 años recordando a Manolo cada 6 de mayo. Pero muchos de los que estamos aquí lo recordamos cada día. Todavía hay días en que el recuerdo duele, y no lo niego, a veces intento despistarlo para poder seguir mi camino. Pero hoy es día para recordar sin esconder las lágrimas, porque tenemos derecho a llorar o a sonreír si se tercia…

Manolo y Anabel me incluyeron en todos sus viajes, excursiones y vacaciones. Fueron mi punto de referencia cuando los necesité. Así que en mis recuerdos no está Manuel Giménez Abad, sino mi tío Manolo.

Mi tío Manolo me cargó a hombros en el tramo final de la ascensión al lago de Marboré.

Mi tío Manolo se reía con sonoras carcajadas cuando por mi noveno cumpleaños le pedí como regalo unas botas de montaña, en vez de una muñeca.

Mi tío Manolo convertía un paseo por el Bosque de las Hayas en una aventura en busca del onso.

Mi tío Manolo esperaba pacientemente en la fila de la taquilla de Astún, cuando a pesar de las inclemencias y la marabunta nos empeñábamos en subir a esquiar.

Mi tío Manolo nos hacía sentir “supermontañeros” cuando al volver de una excursión decía en casa que nos habíamos portado como “auténticos jabatos”.

Mi tío Manolo nos llevaba en verano a bañarnos a la badineta del Osia, en un Renault 18 que condujo durante 20 años.

Recuerdo a mi tío Manolo sentado en el sofá: piernas cruzadas, con el purito en una mano y el culín de coñac en la otra. Ronroneando, serio y pensativo… También lo recuerdo con su pelo dorado, su mirada melosa y su sonrisa sincera.

Así era mi tío Manolo.

Anónimo dijo...

Intervención de Borja Giménez, tomado del blog La Madriguera:

A MI PADRE

Empecé a escribir estas líneas una mañana que me desperté aturdido. Me desperté aturdido, desorientado porque había tenido un sueño. En aquel sueño me escribías una carta. Podía observar tu letra y al final de la misma tu firma. Empecé a leerla con entusiasmo, deseoso de encontrar tus palabras, de que me contaras cómo estabas, de hablar sobre estos últimos diez años. Quería, al fin y al cabo, escuchar tus consejos.

Pero los sueños, sueños son, así que desperté. Me desperté con la angustia de pensar que jamás recibiría esa carta, de que jamás podría recibir tu consejo. El dolor se apoderó de mí.

Era consciente de que jamás podrías volver a contemplar un atardecer desde el rompeolas de Jaca, ni sentir la emoción de alcanzar una cima. No podrías vivir otro amanecer en Mallorca, ni siquiera tendrías la oportunidad de envejecer junto a mi madre. Me deshizo saber que no vivirías todo lo que te habría gustado vivir. Me derrumbé.

Pero entonces me acordé de ti. Me acordé de tu sencillez, te podía ver paseando por la Cantera. Llevabas una parca beis y el periódico bajo el brazo. Mirabas ensimismado la fuerza con la que bajaba el río. En ese momento una extraña sensación se apoderó de mí. Me acordé de que fuiste feliz.

Me acordé de ti como procuro hacerlo cada día. Me acordé de que juntos pudimos compartir numerosas cosas. Me vino a la cabeza el profundo e intenso esfuerzo que ha hecho la sociedad por mantener vivo tu recuerdo. Me quedé con las palabras de tanta gente: amigos, compañeros, adversarios, que en todos los casos tuvieron a bien esbozar algún recuerdo positivo de ti.

Pensé en tu paso por la vida y todo lo que veía me gustaba. Pensé en tu paso por la política y un sentimiento de admiración me inundó. Entraste en ella con el convencimiento de poder ayudar a mejorar las cosas, empujado por tus convicciones, por tus inquietudes. Creías en una política con mayúsculas. Hablabas de una política con forma de sueño. Te movían tus ideales. Ostentabas un profundo sentido de la justicia. Valores como la igualdad, la libertad o el pluralismo ideológico conformaban el núcleo duro de tu pensamiento.

Precisamente eras la antítesis de aquellos que te asesinaron. Si lo que buscaban tus asesinos era aniquilar tus ideas, dinamitar tus valores, así como impregnarnos del odio, su tarea ha sido en balde. Hoy, creemos firmemente en la democracia así como en todos aquellos valores que la sustentan. Queremos justicia pero no venganza. No olvidamos lo motivos por los que te asesinaron y ello nos empuja irremediablemente a aferrarnos a los valores que nos inculcaste, precisamente aquellos valores por los que te mataron.

Anónimo dijo...

Intervención de Manuel Giménez Larraz, tomada del blog La Madriguera:

HOY SE CUMPLEN DIEZ AÑOS PARA MI PADRE

Hoy se cumplen para mi padre diez años, diez años de montañas sin escalar, de ríos sin recorrer, de ibones sin vadear, de sueños sin cumplir. Diez años sin palabras, sin ideas… Diez años sin nada.

El 6 de mayo de 2001 unos asesinos de ETA se arrogaron íntimamente la facultad de disponer de su vida y le dispararon por la espalda cuando iba camino de la Romareda acompañado de su hijo, de mi hermano Borja.

Son gente criada en el odio, en la estrechez de miras y en la corrupción de valores. Personas que probablemente se sientan enfermizamente orgullosas de su nación, de su pueblo, de su barrio, porque no puedan estarlo de sí mismos. Gente que no comprende que, a pesar de quien les gobierne, el sol va a salir y ponerse por el mismo sitio y sus problemas esenciales, concretos, cotidianos, no van a desaparecer. Anteponer eso a una vida es sencillamente repugnante.

Esa tarde de domingo, que hoy recordamos, a mi padre le arrebataron la vida y todo lo que le quedaba por vivir: alegrías, penas, fracasos, éxitos, envejecer junto a mi madre, ver crecer a sus hijos. Todo.

Pero ETA no sólo asesinó a un político vocacional y honrado, a un padre de familia, a un buen hombre, atentó en su persona contra la voluntad de los ciudadanos aragoneses, contra su capacidad para decidir libremente quien les representaba.

Los aragoneses nunca han sido sumisos ante cualquier fuerza que amenace con trazarles su destino. Siempre se han rebelado ante la agresión injusta a su voluntad, y ese 7 de mayo lo demostraron nuevamente. 400.000 personas recorrieron las calles de Zaragoza repudiando el asesinato de uno de sus representantes electos.

Mi madre, en un ejemplo de coraje aragonés, decidió sujetar la pancarta que encabezaba esa manifestación. Fue una gran decisión y en ese preciso momento, arropado por los cariñosos aplausos de los zaragozanos, descubrí que no estábamos solos. Nuestra tragedia no era sólo nuestra. Aragón la hacía suya también.

Y a la vez, los aragoneses demostraban a ETA que el asesinato y la violencia eran inútiles. Cuando ETA asesina a alguien ha de saber que no aniquila sus valores ni sus ideas. Millones de ciudadanos están dispuestos a recoger ese testigo en ese mismo momento.

Además del golpe íntimo y privado que supone, el asesinato de un familiar no hace sino comprometer públicamente a quienes lo han sufrido. El dolor es privado, se sufre día a día, Yo lucho a diario por no olvidar la cara de mi padre o sus gestos o su sonrisa, y lucharé porque mis hijos sepan por que no pudieron conocer a su abuelo. Lucho porque mi familia esté bien.

Pero además de ese dolor privado, diario, oculto, existe un compromiso evidente porque su memoria pública no se pierda y sea respetada.

Con el fin de honrar de forma perenne su memoria, todos los portavoces de los Grupos parlamentarios de las Cortes de Aragón acordaron constituir una fundación, esta Fundación, que habría de tener como objeto fundamental contribuir a la investigación, conocimiento y difusión del Parlamento y del modelo de distribución territorial del poder que representa el Estado de las autonomías en España, los dos campos a los que mi padre dedicó su vida profesional y académica.

En ella, participan también como patronos las principales cajas de ahorro de Aragón, CAI e Ibercaja, y el Ayuntamiento de Jaca.

Pero déjenme incidir especialmente en la presencia de todos los portavoces de los grupos parlamentarios, porque desgraciadamente eso no hubiese sido posible ni en el País Vasco, ni probablemente en otras Comunidades Autónomas.

Anónimo dijo...

Ser familiar de una víctima del terrorismo es terrible. Bajo cualquier circunstancia y en cualquier lugar. Pero aún lo es más en aquellas regiones en las que tienen voz quienes justifican los asesinatos o quienes los contextualizan. Al dolor de perder a alguien se une la rabia que produce la incomprensión de quienes no entienden que una sola vida está muy por encima de cualquier idea.

Aragón, sus partidos políticos – también sus medios de comunicación – supieron comprender, desde el primer momento que, en lo que se refiere al terrorismo, están en juego cosas mucho más importantes que el debate partidista, unas elecciones o el control de las estructuras de poder. Está en juego el pilar básico de nuestra sociedad de convivencia, aquel que justifica la existencia misma de nuestro estado y nuestra democracia: están en juego los derechos y las libertades fundamentales de todos los españoles. Y la cotidianeidad no debería provocar que se olvide.

En estos momentos de cierta desafección a la actuación de los partidos, es preciso subrayar que su comportamiento en torno a la memoria de mi padre ha sido modélico (como creo que también lo está siendo con José Antonio Labordeta).

Por ello, este es un buen momento para agradecer públicamente, como representantes de sus Grupos Parlamentarios en el Patronato, a Jesús Lacasa, a Chesús Bernal, a Jesús Miguel Franco, a Gustavo Alcalde, a Javier Allué, su apoyo permanente y desinteresado a la Fundación Manuel Giménez Abad, y a la preservación de la memoria pública de mi padre. A José María Mur y a mi madre su empeño, en los primeros momentos, en los más complicados, para que este proyecto saliera adelante. Y por supuesto, a nuestro querido Presidente, Francisco Pina que, ayudado por el recuerdo de la estima y cariño mutuo que mi padre y él se profesaban, ha respaldado con su imprescindible impulso institucional la consolidación de la Fundación, en España y en Latinoamérica.

No puedo desaprovechar el momento para reconocer públicamente el entusiasta trabajo diario del Secretario de la Fundación, José Tudela y de todo el equipo, Elena, José, Ana, que con esmerada dedicación han posibilitado que este proyecto haya alcanzado el prestigio que hoy creo que tiene.

Gracias al trabajo de todos ellos, la Fundación ha logrado imbuirse del espíritu que mi padre siempre quiso transmitir a la vida política. Recogiendo su testimonio y los principios que impulsaron su quehacer público, la Fundación realiza todas sus actividades de acuerdo con los valores de libertad, igualdad y respeto a la libre convivencia y pluralismo ideológico.

Esos valores informaron siempre la vida pública y privada de mi padre, y probablemente su defensa estuvo muy presente en su muerte.

Porque las listas negras de los terroristas de ETA se componen, precisamente, de la gente que representa lo que más detestan los asesinos, aquellas personas que encarnan los valores democráticos de nuestra sociedad.

La libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el pluralismo político, todos los valores que sustentan nuestra democracia llevan en España los nombres de Manuel Giménez Abad, y de los más de 1000 asesinados en nuestro país.

La consolidación de nuestra democracia no hubiera sido posible sin el fútil sacrificio de las víctimas y sin el esfuerzo desmedido de policías, militares, guardias civiles, empresarios, periodistas y políticos.

ETA languidece. Su desaparición es sólo cuestión de tiempo. Su existencia es sólo un arcaico vestigio del pasado en una Europa unida. Pero, lógicamente, en España los valores democráticos han sufrido importantes daños. Daños directos que han sido producidos esencialmente por las actividades violentas de una banda terrorista y muchos de estos daños ya no podrán repararse tras la expiración del terrorismo, porque son irreparables.

Anónimo dijo...

La noble labor de servicio al interés general precisa de profesionales preparados y capaces de ofrecer a los ciudadanos aquello que necesitan. El hecho de que, por esencia, la elección de los políticos en un sistema democrático se basen únicamente en el número de votos que reciben, no debería provocar que se desatienda su formación teórica y creo que, precisamente eso, es lo que trata modestamente de completar esta escuela de gobierno.

España y Uruguay, como países con presencia física de la Fundación, son muy importantes. Pero no lo son todo. La Fundación Manuel Giménez Abad quiere ser el canal por el que se trasladen, de forma recíproca, ideas sobre democracia, descentralización y parlamento entre España y América Latina, sorteando las fronteras tradicionales que, en otros tiempos, han sido obstáculos infranqueables para su libre circulación. La Fundación pretende que los españoles no nos privemos de las reflexiones latinoamericanas en estas materias y viceversa. Y todo esto lo hacemos desde aquí, desde Aragón.

Quisiera terminar, precisamente, con una cita del añorado escritor –precisamente uruguayo- Benedetti en su novela La Tregua, cuando el protagonista recuerda a su mujer fallecida hace años: “Ya no se trata de conseguir su imagen a través de las anécdotas familiares, de las fotografías. Conozco todos sus datos, pero no quiero saberlos de segunda mano, sino recordarlos directamente, verlos con todo detalle frente a mí tal como veo ahora mi cara en el espejo. Y no lo consigo. Sé que tenía ojos verdes, pero no puedo sentirme frente a su mirada”.[]

Yo también lucho a diario por no olvidar la cara de mi padre, sus manos, sus gestos o su sonrisa. Pero tengo la inmensa fortuna de que la Fundación Manuel Giménez Abad me hace mantener bien fresco en mi memoria todo aquello que él siempre pretendió transmitirme.

Muchas gracias.

Anónimo dijo...

"El caso es que fue elegido para hablar en honor de los primeros que murieron en esta guerra Pericles el de Jantipo. [...]
Porque es justo y conveniente dar honra a la memoria de aquéllos que primero habitaron esta región, y sucesivamente, de mano en mano, por su virtud y esfuerzo, nos la dejaron y entregaron libre hasta hoy".

Tucídices, Historia de la Guerra del Peloponeso, II, 34 y 36.

Anónimo dijo...

Silencio.
Sobre el fondo del lago
una nube como una montaña.

Issa Kobayashi