lunes, 22 de abril de 2013

LA MUELA Y LA MAGNITUD DEL ICEBERG.



Por fin ha concluido la instrucción de la trama de corrupción en el municipio de La Muela, cuyo principal responsable era precisamente la entonces alcaldesa de la localidad, Mariví Pinilla. El número de imputados finalmente establecido, así como el total de delitos identificados por el juez instructor, y la cuantía que ha alcanzado el enriquecimiento ilícito de los presuntos responsables da una idea bastante aproximada de lo sucedido, y también de lo que cabría deducir y suponer sobre el clima existente en aquellos años en la Comunidad Autónoma de Aragón, pues una corrupción de semejantes proporciones necesita, lógicamente, de un caldo de cultivo que la haga posible.

En materia de corrupción, es tradicional acudir a la idea del iceberg, cuyo tamaño aparente, el que se percibe sobre las aguas, ha de completarse con la parte sumergida, que representa 6/7 de su volumen total. La corrupción que aflora es una pequeña parte de la existente. ¿Dónde están esas partes no visibles en el caso de La Muela? ¿Han aflorado en el sumario o han escapado al control de la justicia? Es posible que parte de la corrupción de La Muela no se haya podido detectar, pero lo que evidentemente no se ha detectado –o no se ha investigado todavía- es la corrupción difusa existente en la Comunidad Autónoma de Aragón en esos años que hizo posible situaciones como la de La Muela, al generar un clima de impunidad para el conjunto de los responsables institucionales. En aquellos años ser honrado era sólo una decisión personal, no una obligación pública sujeta a sanción. O acaso mantener la honradez sólo era posible apartándose de las responsabilidades públicas, dada la profunda crisis ética de esos años.

El boom de las empresas públicas en la Comunidad Autónoma, el deliberado desplazamiento de la función pública profesionalizada de muchas parcelas de la gestión pública, su debilitamiento creciente a fuerza de precariedad y provisionalidad en sus puestos, el descarado uso de los puestos públicos para premiar favores políticos o fidelidades orgánicas da una idea aproximada de lo que sucedía en aquellos años. La Muela era el mascarón de proa de un barco a la deriva, el lugar en el que se resumía, de forma patente, la quiebra de todos los principios de buen gobierno y buena administración, y donde se ensayaba la “democratización de la corrupción”, intentando hacer beneficiarios de la corrupción a la mayor parte posible de los vecinos, degradando con ello el sentimiento moral y cívico de la población. Algo parecido a lo ensayado por el Gobierno de Aragón con los empleados de la Administración de la Comunidad Autónoma, al establecer, de común acuerdo con los sindicatos de la función pública, abono de conceptos retributivos ilegales, como fue la cláusula de revisión salarial.

La sanción de los delitos cometidos por los imputados en el proceso es imprescindible, pero también lo es averiguar cuáles fueron las circunstancias que posibilitaron lo sucedido en La Muela, qué mecanismos de control fallaron, qué hizo o dejo de hacer el Gobierno de Aragón para que algo así pudiera suceder.

Creemos que es necesaria la constitución de una Comisión de Investigación en las Cortes de Aragón para analizar los fallos institucionales que permitieron o posibilitaron los gravísimos episodios de corrupción en La Muela. La credibilidad de las instituciones autonómicas se ve afectada por casos como éste. Su función de control en materia de urbanismo y ordenación del territorio era clave, pero también en otros muchos ámbitos. ¿Cuántas subvenciones fluyeron desde el Gobierno de Aragón al municipio de La Muela? ¿Qué razones justificaban otorgar subvenciones a un municipio que se presentaba como el paradigma de prosperidad? Estos interrogantes, y otros muchos más, debieran despejarse, si queremos sentar sólidos cimientos de un futuro en el que la repetición de este tipo de sucesos pueda descartarse.

6 comentarios:

Alfonso dijo...

Una Comisión de las Cortes es como nombrar investigadores a los propios investigados.

Un organismo imparcial y profesionalizado es lo que necesitamos. Ciertamente no hay ejemplos de tales instituciones en el país, pero debemos seguir reclamándolas.

Saludos.

Alfonso dijo...

Hago aquí una observación en relación con el artículo situado en la columna izquierda del blog, sobre los llamados "escraches". No comparto la opinión del artículista sobre declarar estas prácticas como injustas y no democráticas. Respondamos a esta pregunta: ¿qué hacer cuando las Cortes actúan con injusticia y sobre bases no democráticas (la simple elección el las urnas no convierten un Parlamento en democrático, es su acción la que lo legitima)?¿deslegitimamos la Revolución Francesa?

Saludos.

Anónimo dijo...

Tuvieron el viento a su favor.

Anónimo dijo...

Es que vivimos en el Antiguo Régimen, acaso?

Anónimo dijo...

La desconfianza en la actitud de los diputados no debe ser impedimento para exigirles que cumplan con sus obligaciones-su contrato de hecho-con sus electores,así que me parece excelente idea la solicitud de las comisión a las cortes lo antes posible..ya veremos que mayoría se constituye y si se cumplen las promesas de transparencia,claridad, y confianza...que el gobierno airea a diario..y la oposición también aunque con boca más pequeña..¿me equivoco señores diputados del PSOE ...? Y no señalo a los de iu y cha porque están fuera de juego a diario..así qué no cuento con ellos

Anónimo dijo...

Una oficina antifraude ,nombrada pos las cortes, sería un gasto inútil y un sarcasmo, pero desde luego que es necesario ...¿copiar de Cataluña no sería un disparate? ,¿ o si lo sería?