jueves, 20 de enero de 2011

QUÉ PIENSAN LAS PERSONAS QUE TRABAJAN EN LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS.

En el inevitable debate que la crisis ha impuesto sobre la necesariedad y eficiencia de buena parte de los aparatos administrativos con que cuentan los Gobiernos para la aplicación de las políticas públicas y la gestión de los servicios públicos, no puede ni debe quedar ausente la opinión de los principales protagonistas de los servicios públicos, como son los profesionales que los hacen funcionar día a día.

Esta Asociación –pese al tono crítico ejercido frente a irregularidades o incumplimientos de las normas- trata de no incurrir en generalizaciones simplistas ni en descalificaciones infundadas. Quien estima la profesionalidad propia, normalmente respeta la profesionalidad de los otros, con independencia del sector o actividad en que se desarrolle. Desde todos los ámbitos se atienden necesidades de los ciudadanos, pero no podemos en ningún caso minimizar la importancia intrínseca que corresponde al conjunto de los servicios públicos –como los de seguridad, salud, educación, protección social, inspección y control de la legalidad laboral, administración de justicia y un largo etcétera- en el bienestar general de la población y en el aseguramiento de valores esenciales de la vida democrática, como son el ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas, el imperio de la ley, la igualdad de derechos de los ciudadanos, la seguridad jurídica, la participación política o la cohesión social.

Las instituciones públicas, por definición, son de todos los ciudadanos. A todos concierne su vigilancia y control, pero también a todos su defensa y su sostenimiento. Si los ciudadanos no deben considerarlas ajenas, porque con ellas se juegan contenidos básicos de lo que hoy entendemos por ciudadanía, menos aún pueden desentenderse de su suerte quienes han hecho del servicio público su actividad profesional, convirtiéndose en el rostro que la Administración ofrece a los ciudadanos en las relaciones de estos con los poderes públicos.

Creemos que, en este momento de dificultades económicas y sociales, los comportamientos de responsabilidad son particularmente necesarios, porque más que nunca está sujeta a escrutinio público la conducta de actores públicos y privados. Esa responsabilidad, sin embargo, no parece que inspire ni la conducta ni el discurso de una buena parte de nuestros responsables políticos ni de nuestros representantes sindicales, a los cuales la actual crisis pareciera haber paralizado o hecho enmudecer. Acaso la falta de autoridad moral de muchos de ellos constituye hoy un dato públicamente constatable. En tiempos donde unos optan por callar –cuando más liderazgo sería necesario- consideramos que es una oportunidad para dar la voz, dentro de la Administración, a los servidores públicos y saber lo que opinan sobre el momento actual de la función pública, los criterios con los que se trabaja dentro de cada órgano administrativo, la forma de organización de su trabajo o el estilo de dirección al que se hallan sujetos, el grado de colaboración entre unidades, la información de que disponen para hacer sus tareas, la formación, la motivación para los retos de cada día, las relaciones intersubjetivas, en definitiva, el clima laboral que hoy hay en la Administración.

¿Cómo nos percibimos los servidores públicos a nosotros mismos? ¿Existe desprestigio social o también padecemos una crisis de autoestima? ¿Cuál es nuestra imagen de la vida interna en las organizaciones públicas? ¿Nos comprometemos con su mejora, con el mejor servicio posible a los ciudadanos? ¿Qué debe incorporar la gestión de recursos humanos para combatir las insuficiencias detectadas?

Consideramos que no es posible un debate sobre el empleo público, sobre la futura ley de función pública o sobre la reordenación de las administraciones públicas, sin oir previamente la voz de quienes día a día, de manera profesional y al margen de vaivenes políticos, hacen posible el funcionamiento de los diferentes servicios públicos que constituyen el cometido valioso de nuestras instituciones públicas.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Piensan?

Anónimo dijo...

¿Existen?

Anónimo dijo...

¿Lejos de ellas la funesta manía de pensar?

Anónimo dijo...

El primer mecanismo para mejorar el ambiente laboral es conocer realmente la situación en la empresa. La herramienta más habitual para medir el ambiente laboral es a través de encuestas a los empleados, que deben ser de forma anónima y deben combinar preguntas abiertas y cerradas, y hacer un barrido por los aspectos fundamentales del trabajo del empleado.

Anónimo dijo...

Al contrario que en su ámbito privado, el profesional no puede elegir ni sus compañeros, ni sus jefes ni el estilo de dirección de la compañía. Y la actual situación del mercado laboral actual no invita a un cambio de empleo, lo que provoca que el ambiente laboral empeore.

Anónimo dijo...

El clima organizacional nos permite conocer si la idiosincrasia y las prácticas de la empresa tienen una percepción positiva o negativa en los empleados, si se consideran a sí mismos como espectadores apáticos o parte activa de los procesos organizacionales. Estas ideas, los trabajadores suelen enlazarlas con perspectivas y anhelos propios, que son muy difíciles de conocer para la alta dirección si no es a través de una interpelación directa. Otra información de relevancia que puede surgir, es la visión sobre la forma en que se plantea la relación estructural (verticalista o más horizontal) la opinión sobre su puesto de trabajo en relación a las tareas, la autonomía que se le asigna y su compromiso con los desafíos que le propone el puesto.

Anónimo dijo...

La medición del clima organizacional estará muy ligada a la situación particular de cada empresa, y se podrá realizar a través de cuestionarios diseñados especialmente para cada caso. Los rasgos generales que deben tener estos estudios son el análisis de dos grandes esferas: la de orientación a la persona y la de orientación a los resultados. No hay encuesta de clima efectiva sin acciones posteriores de mejora y no hay encuesta de clima efectiva sin consideraciones sobre la realidad diaria del encuestado.

Anónimo dijo...

¿El tunecino es mi vecino?