Mañana
por la tarde se celebrará en los locales de la Junta Municipal Centro del Ayuntamiento
de Zaragoza la VI Asamblea
ordinaria de la Asociación,
de acuerdo con el orden del día comunicado días atrás y publicado en este blog,
siendo el principal objeto de la sesión informar de la actividad desarrollada
en el último año, renovar parcialmente la Junta Directiva de la Asociación –la mitad de
los vocales, así como los cargos de Presidente y Tesorero- y debatir propuestas
de actuación futura a desplegar durante los años próximos.
Al
margen de las medidas concretas que puedan proponerse para seguir insistiendo
en la defensa y promoción de los principios estatutarios de la Asociación, el objetivo
fundamental de renovar un año más su actividad responde a la necesidad de
reaccionar hoy, con la misma intensidad que ayer, frente al clima general de
atonía y desánimo que existe en la Administración de la Comunidad Autónoma
de Aragón y en otras Administraciones Públicas aragonesas.
Esa
atonía generalizada es resultado de la deriva experimentada por una organización
que carece de objetivos claros y de pautas adecuadas de dirección, donde con
demasiada frecuencia la dirección técnica que corresponde ejercer a los órganos
directivos, a causa de la mediocridad y la arbitrariedad cada vez más
extendidas entre sus titulares, queda reducida a la mera imposición de decisiones
unilaterales, carentes de contraste técnico y de consenso interno y teñidas de
un indisimulado desprecio a los profesionales de la función pública.
La
creciente desprofesionalización de la Administración Pública
y la pérdida de calidad en su funcionamiento es resultado, en primer lugar, de
una mala política de nombramientos de altos cargos, ya que no es posible
encomendar la gestión de servicios públicos de carácter esencial para los
ciudadanos a personas que no sólo carecen de la preparación más básica para
ello, sino que además no disponen de la calidad y de las habilidades directivas
necesarias para generar equipo, confianza y clima laboral propicio para que
cada profesional aporte lo mejor de sí mismo a un proyecto común coherente y
consistente.
La
desmotivación resultante de una mala dirección política, en la que la incapacidad
y la mediocridad se escudan en un autoritarismo arbitrario y en una permanente
descalificación del personal de la función pública, exige una clara y
contundente reacción, sin refugiarse estérilmente en el fatalismo, en la
lamentación, y sin ceder a la fácil alternativa de inhibirse, desentenderse o replegarse,
de estar sencillamente a lo que se mande y punto, sea lógico o constituya un
disparate.
La
función pública aragonesa está hoy desmoralizada, es decir, sin vigor ético ni
profesional, debido al clima creado por el estilo de dirección impuesto por el
actual equipo de gobierno y la quiebra generalizada de la legalidad aplicable al
desempeño profesional de la función pública. Aumenta la libre designación, se
eleva a puestos de responsabilidad a personas que carecen de mérito alguno que
las avale, acudiendo cuando resulta necesario al contrato de alta dirección –incurriendo
con ello en la más clamorosa contradicción- y se toleran estilos de dirección
que sólo perjudican a la organización y que deberían estar desterrados desde
hace mucho tiempo.
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