viernes, 15 de marzo de 2013

EL DEBATE NECESARIO.



Nuestra Administración carece de espacios de encuentro, en los que poder compartir análisis sobre la realidad de las Administraciones Públicas y la de su función pública -su papel, su ordenación o su futuro-, y de debate sobre sus problemas y disfunciones y sobre las posibles estrategias o líneas de mejora. Ingenua o interesadamente, existe la tendencia a hurtar el debate, silenciar la crítica y ocultar la propia realidad, creyendo que ignorar los problemas puede hacernos creer que éstos no existen o llevarnos a confiar en que se resuelvan solos, sin exigirnos ningún tipo de esfuerzo ni acuerdo en el tipo de solución o resultado.

Esta Asociación creyó ineludible que los funcionarios públicos tomaran conciencia de la situación preocupante que vivían las Administraciones Públicas –en una deriva lógica, al perderse la referencia de los valores del interés general y quedar sometida al interés particular de la clase política y a la estrategia propia de las organizaciones sindicales, organizaciones corporativas o individuos-,  de modo que, a partir de un diagnóstico compartido sobre lo bueno y lo malo que convive en las organizaciones públicas, se pudiese impulsar una estrategia regeneradora, asumiendo un papel activo y comprometido en su definición e impulso.

Las Administraciones Públicas y el conjunto de las instituciones políticas del Estado no se pueden aislar de la sociedad que las sustenta, de manera que debemos identificar aquellos elementos o pautas de conducta que, en la interrelación existente entre los diferentes espacios de la vida pública o social, dan lugar a círculos viciosos que terminan menoscabando la calidad de nuestras instituciones y afectando negativamente a la vida democrática de nuestra sociedad. La ética pública, por lo tanto, ha de sustentarse en una ética cívica del conjunto de la sociedad.

Las preocupaciones, las ideas, los análisis y las propuestas existen, formulados o expresados por diferentes actores o esperando el espacio adecuado en el cual puedan ser planteados y debatidos, para luego servir de orientación a algún tipo de iniciativa colectiva. Sólo la pereza intelectual y cívica o el cinismo social, orientado a soluciones exclusivamente individuales marcadas por la indiferencia hacia la suerte de los otros, podrían explicar la inhibición en esta tarea, en la que todos, servidores públicos y ciudadanos, hemos de sentirnos implicados.

En los años próximos, es decir, marcando objetivos a medio plazo que permitan dar fruto a un trabajo serio y sostenido en el tiempo, esta Asociación tiene la voluntad de que la realidad de las Administraciones Públicas sea acorde con los principios constitucionales que las definen y las legitiman, pero eso no se logrará sin el concurso de todos aquellos que creen valiosa la función pública, pero no lo suficiente para dedicar parte de sus energías y de su tiempo a debatir los problemas que la aquejan y procurar soluciones, a pesar de que no falten quienes, de forma interesada o irresponsable, afirmen que esto no tiene solución.

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