El
barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) correspondiente al
mes de junio confirma la elevada preocupación
de los ciudadanos por la corrupción pública y el fraude, consolidándose como
segunda preocupación tras el paro. Basta hojear cualquier periódico para
constatar la gravedad que revisten las irregularidades en el funcionamiento de
nuestras instituciones y administraciones públicas, ya sean el Tribunal de
Cuentas o municipios de cualquiera de nuestras Comunidades Autónomas. Es lógico
que el discurso de las fuerzas políticas, de los medios de comunicación y de
las organizaciones de la sociedad civil haga hincapié en medidas de regeneración
para superar el clima general de escepticismo y desconfianza que ha generado el
goteo continuo de casos de corrupción.
Debemos
preguntarnos, sin embargo, por la incidencia de ese debate en el seno de la
función pública o por las medidas que se han introducido en las
Administraciones Públicas para prevenir y corregir los casos de corrupción. Esta
Asociación lleva años reclamando un “giro ético” en la Administración Pública
que no se produce, a pesar de que, aparentemente, se impulsen proyectos de ley
de transparencia o se anuncien códigos éticos para la función pública, como los
que prevé el Proyecto de Ley de Función Pública de Aragón. Esas medidas pueden
quedar reducidas a meras operaciones cosméticas si la cultura administrativa
dominante nada tiene que ver con los principios de legalidad, objetividad y
servicio público.
Se
echa de menos un verdadero programa de fortalecimiento ético de la Administración, que
se concrete no solo en formulación de valores, sino sobre todo en ejemplaridad
de quienes ocupan los altos cargos de la Administración y en
compromiso efectivo de todos los empleados públicos con objetivos claros de
buena gestión y respeto de la legalidad. Los Departamentos de la Administración
autonómica se mueven con la inercia administrativa de siempre, sin programas
específicos para detectar y prevenir los problemas de funcionamiento de las
distintas unidades administrativas y superar prácticas y desviaciones
arraigadas en las rutinas administrativas.
La
racionalización administrativa, el control y la evaluación de la actividad, la
determinación de objetivos, la gestión de la formación y la trayectoria
profesional, la selección de personal y la provisión de puestos de trabajo son ámbitos
de la función pública que, lamentablemente, siguen estando al margen de toda
iniciativa de fortalecimiento ético de la Administración
autonómica. Ningún miembro del Gobierno de Aragón ha formulado mínimamente un
conjunto de medidas que hagan de la función pública una estructura verdaderamente
comprometida con la buena administración y al servicio del buen gobierno, con
capacidad real para intervenir en programas de prevención y lucha contra la
corrupción.
Mientras
sigamos careciendo de programas decididos de intervención contra la corrupción
pública –y la función pública considere que se halla al margen de la cuestión-
es previsible que la preocupación de los ciudadanos no disminuya y, lo peor de
todo, que los abusos de todo tipo sigan
produciéndose dentro de las administraciones e instituciones públicas, minando
la fortaleza cívica y democrática de nuestra sociedad. No es posible que la
función pública permanezca impasible en ese escenario que solo puede contribuir
a deslegitimarla socialmente.
ResponderEliminarLos barómetros se realizan con una periodicidad mensual –excepto los meses de agosto– y tienen como principal objetivo medir el estado de la opinión pública española del momento. Para ello se entrevista en torno a 2.500 personas elegidas al azar dentro del territorio nacional, de las que, además de sus opiniones, se recoge una amplia información social y demográfica para el análisis.
Estos estudios contienen un bloque de preguntas fijas a partir de las cuales se elaboran los “indicadores del barómetro”. Además de estas, cada barómetro contiene otro bloque de preguntas variable, que en cada ocasión se dedica a un tema de interés político o social.
Los meses de enero, abril, julio y octubre los barómetros incluyen un conjunto de preguntas fijas sobre actitudes políticas a partir de las que el CIS calcula y publica la estimación de voto.
Los resultados de los barómetros mensuales se hacen públicos a través de la web del CIS inicialmente en formato de “avance de resultados”. Tras la finalización del resto de procesos técnicos, incluida la anonimización, los datos del estudio pasan a formar parte del Banco de Datos del CIS, momento en el que ya podrá descargarse de la página web el fichero de microdatos del estudio y el resto de la documentación asociada.