Las
instituciones públicas de una democracia deben ser conscientes de que sus poderes
y legitimidad proceden exclusivamente de la voluntad y la confianza de los
ciudadanos, y que a dicha voluntad y confianza se deben, tanto en el ejercicio
de sus funciones como en la necesaria rendición de cuentas de la labor
desarrollada. Dicha idea queda claramente afirmada en el artículo 1 de la Constitución
Española, al señalarse que todos los poderes del Estado –es
decir, legislativo, ejecutivo y judicial- emanan del pueblo español, esto es,
de todos los ciudadanos.
La
voluntad política de los ciudadanos sigue expresándose –de manera fundamental-
a través de las elecciones, de las cuales surgen los Parlamentos, y luego éstos
a través de la confianza parlamentaria permiten la formación de gobiernos legítimos,
resultado de la voluntad ciudadana. Esta es la lógica democrática propia de
nuestras instituciones y éstas son las primeras que han de actuar
coherentemente con tales postulados.
Difícilmente
cabe admitir que una fuerza política parlamentaria, ante una gravísima
irregularidad en un área de la acción política de un gobierno, como puede ser
la plataforma logística PLA-ZA, se limite a decir que es preciso dejar actuar a
la Justicia,
sin interferir en su trabajo.
La
malversación de fondos públicos que haya podido producirse en la actividad de
dicha empresa pública puede ser constitutiva de delito y eso es lo que deberán
esclarecer y sancionar, en su caso, los Tribunales. Pero la relación de
confianza de los ciudadanos con las instituciones y sus titulares, a través de
elecciones democráticas, no está depositada en los Tribunales, sino
directamente en los Parlamentos e, indirectamente, en los Gobiernos, de modo
que toda actuación contraria al interés general que, en sí misma, pueda ser
constitutiva de un abuso de confianza o quiebra de la confianza otorgada por
los ciudadanos a las instituciones políticas, requerirá una rápida y clara
respuesta por parte de éstas, destinada a preservar la confianza de los
ciudadanos en las instituciones representativas.
La
rendición de cuentas de las instituciones ante los ciudadanos, en supuestos que
pueden colocar bajo sospecha ciertas áreas de la gestión pública, ha de
realizarse de forma directa, sin la mediación de los tribunales, a los que
incumbe el simple control de legalidad de la actuación pública. Los poderes públicos
han de actuar lógicamente con pleno sometimiento al ordenamiento jurídico, pero
la confianza de los ciudadanos en las instituciones no se circunscribe a
criterios de legalidad, y mucho menos de legalidad penal. La absolución por
falta de pruebas no es suficiente para preservar la relación de confianza de
los ciudadanos y eso, lamentablemente, parecen haberlo olvidado los titulares
de muchas instituciones públicas. Resultado de ello es la creciente crisis de
confianza de los ciudadanos en la clase política, a la que no se ve preocupada
por rendir cuentas a los verdaderos titulares de los poderes de un Estado
democrático, como son los ciudadanos, y no los partidos políticos, mero cauce
de expresión de éstos.
Por
estas sencillas razones de filosofía democrática, esta Asociación ha
considerado necesario que las Cortes de Aragón creen una comisión de
investigación sobre el funcionamiento de la empresa pública "Plataforma Logística de Zaragoza. PLAZA
S. A.", destinada no a juzgar las responsabilidades jurídicas o penales de
sus gestores o de sus directivos –función que corresponde en exclusiva a los
tribunales-, sino a demostrar que la primera preocupación de las instituciones
políticas es preservar la confianza de los ciudadanos, como elemento esencial
de toda democracia, y ello requiere una preocupación máxima por esclarecer
cualquier gestión que haya podido comprometer gravemente el interés general.
Quien
no preserve la confianza ciudadana, que es causa de la legitimidad de origen de
su función institucional, estará provocando la quiebra o pérdida de tal confianza,
viéndose con ello privado de legitimidad de ejercicio, pues la confianza
obtenida hay que mantenerla y, a ser posible, acrecentarla en el desempeño de
las funciones públicas, lo que requiere, como en el presente caso, demostrar la
voluntad de investigar, esclarecer y explicar a los ciudadanos lo que ha
sucedido en PLAZA y las responsabilidades políticas en que se ha incurrido, por
acción u omisión, para que tal abuso de confianza haya podido producirse.
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