Hay
sectores de la
Administración autonómica en los que comienza a ser visible
ya, a través de la propia prensa aragonesa, el nivel de inoperancia y
arbitrariedad que marca su actividad, como consecuencia de una manifiesta carencia
de valores y habilidades directivas de sus máximos responsables.
Como
se desconoce y se desprecia la función pública, se recurre a nombramientos de
amigos ajenos a la
Administración para dirigir centros públicos de atención a
menores.
Como
se carece de la menor sensibilidad social y no se entiende el alcance que
impone a las políticas públicas el carácter social de nuestro Estado de
Derecho, se formulan propuestas normativas dirigidas no a reforzar el grado de protección y la agilidad
administrativa en la prestación de ayudas a las personas en riesgo de exclusión
social, sino a restringir su reconocimiento, tratando de ocultar la propia
inoperancia bajo una constante apelación al abuso y al fraude en las prestaciones
sociales (meramente intuido, nunca constatado). ¿Alguien puede imaginar
siquiera que el Servicio Público de Empleo negase el reconocimiento de la
prestación de desempleo y se escudase en el supuesto fraude de los parados en
la economía sumergida?
Lo
peor que puede suceder en una organización llamada a servir con objetividad el
interés general, con sometimiento pleno a la ley y al derecho, como es la Administración Pública,
es que al frente de ella se ponga a personas que se mueven por razones
sectarias, que priman y atienden intereses particulares y que incumplen de
forma reiterada las normas, cuando no las puedan cambiar para adaptarlas a su
capricho.
ResponderEliminarNo hay capacidad para rectificar.
ResponderEliminarPara rectificar no solo hay que querer, sino también saber.