Por
fin ha concluido la instrucción de la trama de corrupción en el municipio de La Muela, cuyo principal
responsable era precisamente la entonces alcaldesa de la localidad, Mariví
Pinilla. El número de imputados finalmente establecido, así como el total de
delitos identificados por el juez instructor, y la cuantía que ha alcanzado el
enriquecimiento ilícito de los presuntos responsables da una idea bastante
aproximada de lo sucedido, y también de lo que cabría deducir y suponer sobre
el clima existente en aquellos años en la Comunidad Autónoma
de Aragón, pues una corrupción de semejantes proporciones necesita, lógicamente,
de un caldo de cultivo que la haga posible.
En
materia de corrupción, es tradicional acudir a la idea del iceberg, cuyo tamaño
aparente, el que se percibe sobre las aguas, ha de completarse con la parte
sumergida, que representa 6/7 de su volumen total. La corrupción que aflora es
una pequeña parte de la existente. ¿Dónde están esas partes no visibles en el
caso de La Muela?
¿Han aflorado en el sumario o han escapado al control de la justicia? Es
posible que parte de la corrupción de La Muela no se haya podido detectar, pero lo que
evidentemente no se ha detectado –o no se ha investigado todavía- es la
corrupción difusa existente en la Comunidad
Autónoma de Aragón en esos años que hizo posible situaciones
como la de La Muela,
al generar un clima de impunidad para el conjunto de los responsables
institucionales. En aquellos años ser honrado era sólo una decisión personal,
no una obligación pública sujeta a sanción. O acaso mantener la honradez sólo
era posible apartándose de las responsabilidades públicas, dada la profunda
crisis ética de esos años.
El
boom de las empresas públicas en la Comunidad Autónoma,
el deliberado desplazamiento de la función pública profesionalizada de muchas
parcelas de la gestión pública, su debilitamiento creciente a fuerza de
precariedad y provisionalidad en sus puestos, el descarado uso de los puestos
públicos para premiar favores políticos o fidelidades orgánicas da una idea
aproximada de lo que sucedía en aquellos años. La Muela era el mascarón de
proa de un barco a la deriva, el lugar en el que se resumía, de forma patente,
la quiebra de todos los principios de buen gobierno y buena administración, y
donde se ensayaba la “democratización de la corrupción”, intentando hacer
beneficiarios de la corrupción a la mayor parte posible de los vecinos,
degradando con ello el sentimiento moral y cívico de la población. Algo
parecido a lo ensayado por el Gobierno de Aragón con los empleados de la Administración de la Comunidad Autónoma,
al establecer, de común acuerdo con los sindicatos de la función pública, abono
de conceptos retributivos ilegales, como fue la cláusula de revisión salarial.
La
sanción de los delitos cometidos por los imputados en el proceso es
imprescindible, pero también lo es averiguar cuáles fueron las circunstancias
que posibilitaron lo sucedido en La
Muela, qué mecanismos de control fallaron, qué hizo o dejo de
hacer el Gobierno de Aragón para que algo así pudiera suceder.
Creemos
que es necesaria la constitución de una Comisión de Investigación en las Cortes
de Aragón para analizar los fallos institucionales que permitieron o
posibilitaron los gravísimos episodios de corrupción en La
Muela. La credibilidad de las instituciones
autonómicas se ve afectada por casos como éste. Su función de control en
materia de urbanismo y ordenación del territorio era clave, pero también en
otros muchos ámbitos. ¿Cuántas subvenciones fluyeron desde el Gobierno de Aragón
al municipio de La Muela?
¿Qué razones justificaban otorgar subvenciones a un municipio que se presentaba
como el paradigma de prosperidad? Estos interrogantes, y otros muchos más,
debieran despejarse, si queremos sentar sólidos cimientos de un futuro en el
que la repetición de este tipo de sucesos pueda descartarse.
Una Comisión de las Cortes es como nombrar investigadores a los propios investigados.
ResponderEliminarUn organismo imparcial y profesionalizado es lo que necesitamos. Ciertamente no hay ejemplos de tales instituciones en el país, pero debemos seguir reclamándolas.
Saludos.
Hago aquí una observación en relación con el artículo situado en la columna izquierda del blog, sobre los llamados "escraches". No comparto la opinión del artículista sobre declarar estas prácticas como injustas y no democráticas. Respondamos a esta pregunta: ¿qué hacer cuando las Cortes actúan con injusticia y sobre bases no democráticas (la simple elección el las urnas no convierten un Parlamento en democrático, es su acción la que lo legitima)?¿deslegitimamos la Revolución Francesa?
ResponderEliminarSaludos.
Tuvieron el viento a su favor.
ResponderEliminarEs que vivimos en el Antiguo Régimen, acaso?
ResponderEliminarLa desconfianza en la actitud de los diputados no debe ser impedimento para exigirles que cumplan con sus obligaciones-su contrato de hecho-con sus electores,así que me parece excelente idea la solicitud de las comisión a las cortes lo antes posible..ya veremos que mayoría se constituye y si se cumplen las promesas de transparencia,claridad, y confianza...que el gobierno airea a diario..y la oposición también aunque con boca más pequeña..¿me equivoco señores diputados del PSOE ...? Y no señalo a los de iu y cha porque están fuera de juego a diario..así qué no cuento con ellos
ResponderEliminarUna oficina antifraude ,nombrada pos las cortes, sería un gasto inútil y un sarcasmo, pero desde luego que es necesario ...¿copiar de Cataluña no sería un disparate? ,¿ o si lo sería?
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