Algo
tan básico, como es el sometimiento de los poderes públicos al ordenamiento
jurídico y el principio de legalidad garantizado por la Constitución, sigue
siendo, lamentablemente, una asignatura pendiente para el Gobierno de Aragón.
Lo es en el ámbito de la función pública, pero lo es también en otras muchas
áreas de la gestión pública, pues es difícil acantonar la ilegalidad en una sola parcela una vez
que se asume con normalidad por los responsables políticos.
El
que no vaya a existir Oferta de Empleo Público para 2013, cuando las leyes
–tanto el Estatuto Básico del Empleado Público como la Ley de Ordenación de la Función Pública de la Comunidad Autónoma
de Aragón- obligan a su aprobación anual, y cuando constituye una condición
necesaria para el ejercicio del derecho fundamental de acceso a la función
pública que reconoce el artículo 23.2 de la Constitución
Española, es un claro menosprecio de la legalidad por parte
del Consejero de Hacienda y Administración Pública, en primer término, pero
también por el conjunto del Gobierno de Aragón, como órgano responsable de la
aprobación de la Oferta
de Empleo Público.
La
vulneración de la ley y la lesión del derecho fundamental de los ciudadanos en
que incurren –conciente y deliberadamente- se ve agravada tras haberse conocido
el Informe sobre el empleo público en la Administración de la Comunidad Autónoma
de Aragón, elaborado por el Justicia de Aragón, y en el que se destacaban las
altas tasas de interinidad existentes en los diferentes sectores de la Administración
autonómica como resultado de los incumplimientos por parte del Gobierno de
Aragón del régimen de selección de personal al servicio de la Administración
Pública. Mayor agravante supone todavía el que esta falta de
aprobación se produzca tras las sentencias del Tribunal Supremo y del Tribunal
Superior de Justicia de Aragón que anularon las Ofertas de Empleo Público de
2007 y 2011, declarando que la no inclusión en Oferta de las vacantes
ocupadas por funcionarios interinos constituía una vulneración del derecho
fundamental. Ningún miembro del Gobierno de Aragón, por lo tanto, puede alegar
ignorancia sobre las circunstancias en que se produce la no aprobación de
Oferta de Empleo Público, tanto en 2013 como en 2012.
Si
alguien creyó que la función pública iba a recibir mejor trato con el Gobierno
de Luisa Fernanda Rudi, se equivocó, y probablemente esta Asociación fue la
primera en equivocarse. Ahora no querríamos ser los últimos en rectificar
nuestro error y sí los primeros en volver a reivindicar el respeto al derecho
de acceso a la función pública. Por ello, de forma inminente solicitaremos ante
el Tribunal Superior de Justicia de Aragón la ejecución judicial de las
sentencias firmes que anularon las Ofertas de 2007 y 2011, al obligar a la Administración a
ofertar a los ciudadanos la totalidad de las plazas que se excluyeron
ilegalmente de dichas Ofertas, lesionando con ello el derecho fundamental. Al
margen de ello, nos dirigiremos nuevamente al Justicia de Aragón y al Defensor
del Pueblo para solicitar su intervención respecto a la falta de aprobación de
Ofertas en los años 2012 y 2013, en una nueva y cualificada vulneración del
derecho, demostrando con ello la contumacia de los poderes públicos en el incumplimiento
de la ley.
Resulta
paradójico, y da la justa medida del nivel de degradación intelectual y moral
al que se ha llegado por algunos responsables políticos en nuestro país, que se
airee una nueva Ley de Función Pública de la Comunidad Autónoma
de Aragón como solución a la situación actual, cuyo rasgo principal es el
incumplimiento de la ley.
Sólo
el mal gobernante puede ser capaz de enfrentarse a una situación de constante
vulneración de las normas anunciando nuevas normas, con el fin de distraer a
los ciudadanos con su presentación y debate e intentar distraer su atención de
la persistente inaplicación de la ley. Lógicamente, la nueva ley también será
inaplicada, pues no por cambiar de ley se cambia de condición. Quien no es
capaz de respetar las leyes, no respeta las actuales ni las futuras.
Simplemente las ignora, pero no tiene escrúpulo alguno en invocar la futura ley
para tratar de eludir su mala gestión.
Cuando
un Gobierno da con la fórmula de apelar a nuevas leyes para tapar la
inaplicación de las vigentes, no ha de extrañar que semejante recurso
–contrario a la propia esencia del Estado de Derecho- se utilice para asuntos
de tanto calado social y político como el Ingreso Aragonés de Inserción o las
prestaciones de atención a la dependencia. No parece posible que ningún
ciudadano con voluntad de seguir siéndolo, es decir, que aspire a continuar
viviendo bajo el Estado social y democrático de Derecho que proclama nuestra
Constitución, pueda aceptar que la solución a la falta de reconocimiento del
Ingreso Aragonés de Inserción a las personas que cumplen los requisitos para
percibirlo sea la aprobación de una nueva Ley que venga a endurecer las
condiciones de acceso a dicho prestación social. Inadmisible. ¿Por qué no
elevamos también las exigencias para acceder a altos cargos, de manera que
éstos puedan estar desempeñados por quienes, en atención a su preparación
y sensibilidad social, lo merezcan más? ¿Cuánta picaresca tenemos en la
actividad política, ocupada hoy por tantas personas que no cumplen los
requisitos para su digno desempeño?
Dónde está la paradoja?
ResponderEliminarPor fin, superamos el espejismo!
ResponderEliminarQué está pasando en la Administración para que todo esto pueda ocurrir?
ResponderEliminarNo quedan señales de vida en ninguna parte?
ResponderEliminarAlguien dijo con razón que la utopía actual es que las leyes se cumplan. Es algo inalcanzable?
ResponderEliminarMi duda es si las cosas hubieran sido distintas de seguir Mario Garcés.
ResponderEliminarLa paradoja es, como bien destaca el artículo, aprobar una ley para enmascarar el incumplimiento de la vigente.
ResponderEliminarEl incumplimiento de las leyes es lo habitual en la Función Pública por parte de esas personas que ocupan puestos de altos cargos con perfiles de bajísimo nivel, profesional y ético.
Vuelvo a citar a Costa: es precisa una regeneración, lo que equivale a una revolución desde arriba. El primer paso es modificar los perfiles de los gobernantes para que las leyes no sólo comiencen a cumplirse, sino que respondan a necesidades reales de los ciudadanos, y no sean el teatrillo de los partidos políticos.
Saludos.