Seis
años son bastantes en la vida de una asociación, y más en una atípica de
funcionarios que no recibe dinero público y en la que los socios han sufragado
pacientemente los gastos.
Nadie
imaginó, cuando se constituyó, el alcance
de los conflictos, juicios y sentencias en los que nos hemos implicado
(¿complicado?), ni tampoco la tenacidad con la que políticos, gobernantes y
funcionarios de todos los niveles nos han ignorado o la obstinación de los
responsables de la
Administración en incumplir la ley y las sentencias
judiciales firmes, por no citar las recomendaciones de los órganos de control.
El
ecosistema político-administrativo es complejo, jerárquico y autoritario
(también los de abajo lo somos en gran medida) y nos hemos empeñado en
contribuir a simplificarlo, democratizarlo y ajustarlo al cumplimiento de la
ley y de las normas éticas, escritas o no.
Hemos
conseguido algunos avances en sentencias y recomendaciones, no del todo bien
conocidas, no tanto por no haberlas divulgado, sino por la acción de los
temporalmente poderosos ¡Cuatro años de legislatura son largos a menudo para
los que sufren las decisiones ilegales y dolorosas!
No
hemos logrado reunir más que a unos pocos y hemos sufrido bajas impensables,
aunque contamos con notables refuerzos gracias a la incorporación de nuevos miembros.
Los
problemas de la función pública siguen, se han incrementando en una gran parte
por el incumplimiento de la ley y en otra parte por decisiones de coyuntura,
precipitadas, nunca explicadas ni justificadas
suficientemente, en medio de escándalos mayúsculos en los que intervienen
ciudadanos ávidos de poder, demasiados políticos predispuestos a cobrar el
botín personal o partidista y una
función pública que en unos casos aparece como perpleja y en otros de
espectador, de cómplice o de convidado de piedra.
Sufrimos
también a muchos dirigentes sindicales en la función pública, antes orgullosos
y prepotentes, ahora a la deriva, sin una propuesta creíble que no sea que nos
quedemos como estábamos.
La
mutación es inevitable y hay que intervenir en la selección de las mejores
soluciones, que no podemos dejar solo en manos de las élites (una veces reales,
lo son; otras ficticias, creen erróneamente pertenecer a ellas). Por eso es imprescindible la continuidad de la
acción de nuestra Asociación –es decir, de sus socios-, con un programa basado
en criterios y actuaciones sobre el buen gobierno y la buena administración, a
favor de la transparencia y frente a los corruptos y corruptores, que ya
trazamos en el 2011 y que, en gran parte, permanece oculto a la sociedad.
Debemos preguntarnos: ¿no lo hemos trasladado a los funcionarios y a los
ciudadanos con el suficiente convencimiento porque no confiamos en lo que
escribimos?
Esta es la reflexión reservada para los días
festivos y religiosos, que darán paso a una asamblea extraordinaria de la que
no puede salir -en el contexto de extrema emergencia social en la que estamos- más
que un mayor y mejor compromiso de actuación como socios, mejores métodos de
trabajo colectivo (los conocemos y manejamos con soltura, pero.....), una mayor presencia en los medios
y ante los funcionarios, y la mayor y mejor cooperación con otros grupos de
ciudadanos también implicados en conseguir el mejor gobierno y la buena
administración y el resto de objetivos compartidos. Y esperemos que acudiendo
menos veces a la justicia.
Todo
con un poco de buena voluntad, estudio, reflexión y decisiones oportunas, y
dejando de lado la prepotencia y la
vanidad.
Julio
Guiral, Presidente de la Asociación
(2007-2013).
No veo asomo de desánimo, lo que me alegra. Enormemente.
ResponderEliminarAguantar seis años es todo un mérito.
ResponderEliminar
ResponderEliminarMás lo sería aguantar otros seis.
Gracias, Julio, por tu dedicación durante estos años.
ResponderEliminarBuena reflexión para estos días ... las grandes obras necesitan de grandes hombres, aquí tenemos uno
ResponderEliminarPienso lo mismo ahora que releo esta nota, ahora que ha pasado la semana Santa .
ResponderEliminar