Hay hombres que luchan
toda la vida, a los que llamamos imprescindibles, y Emilio Gastón es uno de
ellos. Imposible es decirle adiós en este momento de su partida, pues su aliento perdura en todos los que lo conocimos y apreciamos.
Luchador por los
derechos del hombre y por la libertad, en los años de dictadura, por la
democracia y la autonomía aragonesa, abanderado de una democracia profundamente
social y participativa, de una sociedad de ciudadanos libres, de una utopía que
nos mantuviera a salvo de conformismos y de renuncias, supo siempre poner el
acento en lo humano, haciendo del hombre y de su libertad profunda el centro de
cualquier empresa o aventura, individual o colectiva.
Contribuyó, como
diputado en las Cortes Constituyentes, a la elaboración de la Constitución
Española de 1978, en la que quedaron reconocidos los derechos fundamentales que
configuran nuestra ciudadanía democrática y se fijan los cimientos y el
horizonte político y ético de la democracia española, en permanente búsqueda de
la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo, a partir del respeto a
la dignidad humana y de la idea liberadora del derecho frente a toda fuerza de
dominación, imposición o alienación. La transición a la democracia –en la que
él fue protagonista- debía dar paso a las permanentes transiciones en la
democracia, renovando siempre el potencial de cambio que alienta en toda
sociedad.
Supo concebir Aragón
como una vocación de convivencia y de solidaridad con todos los pueblos del
mundo, con un compromiso pleno con su naturaleza y con sus gentes, con su
paisaje, su patrimonio, con su historia y su futuro, con su anclaje en España y
en Europa, con su disposición al diálogo y al pacto. De todo ello dio muestra
al ejercer la condición de Justicia de Aragón y brindar por la “queja perpetua”
con todos los colectivos cívicos que congregó en torno a la institución llamada
a defender los derechos de los aragoneses, convocándonos a profundizar siempre
en cauces de libertad y participación, de imaginación libre.
Como a tantos otros
colectivos cívicos y sociales, Emilio Gastón apoyó siempre, desde el primer
momento, a esta Asociación comprometida con los valores del servicio público y
nos obsequió con su presencia en el acto conmemorativo del décimo aniversario,
en el salón de actos de la Biblioteca de Aragón, en febrero del pasado año. Su
aliento e inspiración no nos ha faltado en ningún momento, y a él debemos buena
parte de nuestra posición cívica, de nuestro respeto profundo a las
instituciones, de nuestro inconformismo y exigencia.
Desde esta Asociación
hemos apoyado siempre una de las iniciativas que en el inicio de nuestra
andadura democrática y autonómica Emilio Gastón auspició, sin que haya tenido
hasta la fecha realización efectiva, como es el proyecto de constitución de la
Federación Aragonesa de Ciudadanos Libres (FACIL), que nosotros concebimos como
plataforma de personas y entidades comprometidas con los diferentes derechos y
aspectos que conforman nuestra vida pública y democrática, y cuya constitución
sería el mejor homenaje que cabría hacer a quien ha sido defensor y promotor de
tantas causas que han hecho de Aragón esa tierra donde siempre resonará su “grito
de levantamiento para hombres de mirada lejana”, pues la vida sin lucha es cosa
tonta y se impone arreglar el mundo a trozos, ¿nos unimos?