La primera quincena de
diciembre supone, cada año, una concentración especial de celebraciones
relevantes, que no podemos dejar de significar, por lo trascendente de su
significado para nuestra labor como Asociación.
Comenzamos por el aniversario
de la Constitución Española, texto fundacional, fundamental y fundamentador de
nuestra democracia, y cuya vigencia sigue siendo indiscutible, más allá de las
reformas o actualizaciones que quepa abordar para reforzar su eficacia y su papel
transformador de la sociedad española. Las carencias que muestra nuestro
sistema político no se deben tanto a las insuficiencias de la norma
constitucional como al deficiente desempeño institucional y a las prácticas
sociales poco coherentes con los valores proclamados en ella. Nuestro
compromiso como ciudadanos y servidores públicos, desde nuestro acatamiento
expreso a la norma constitucional, ha de dirigirse especialmente a la
realización del programa que contiene para afirmar en el mayor grado posible
los valores de libertad, igualdad y justicia, valores que toman cuerpo en cada
una de las políticas públicas llamadas a atender las necesidades sociales y
asegurar la convivencia y la cohesión social. La premisa básica para todo ello
es garantizar el respeto de las leyes y la sujeción de los poderes públicos a
sus previsiones, lo que nos obliga a reaccionar frente a la banalización de la
ilegalidad: resulta inadmisible que los responsables políticos e
institucionales minimicen la gravedad del incumplimiento de las normas, con el
deterioro que ello supone para la fortaleza de nuestro Estado de Derecho y la
credibilidad institucional.
Como Asociación seguimos
reclamando la aplicación de las previsiones constitucionales que afectan a la
función pública, que empiezan por el derecho de acceso a la misma en
condiciones de igualdad, conforme a principios de mérito y capacidad, y
concluye con el servicio objetivo al interés general, con pleno sometimiento a
la ley y al derecho, que corresponde a la Administración Pública. Pese a los 39
años de vigencia constitucional, resulta evidente para todos que la Administración
Pública sigue con usos de discrecionalidad y arbitrariedad difícilmente
compatibles con las exigencias propias de un Estado de Derecho, donde el
gobierno de las leyes busca precisamente evitar el uso arbitrario de las
potestades públicas por quienes se encuentran, en cada momento, al frente de
las instituciones. La falta de desarrollo del Estatuto Básico del Empleado
Público, en lo más esencial de sus previsiones, implica una ausencia de modelo
real de función pública que repercute claramente en nuestra calidad democrática
y en el nivel de eficiencia de nuestros servicios públicos.
Y concluimos los días de
celebración con el Día Internacional contra la Corrupción, para celebrar la
aprobación de la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción en 2003, y
el aniversario de la aprobación en 1948 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, texto en el que se condensa el paradigma ético de nuestras
sociedades contemporáneas –articulado a partir del respeto a la dignidad humana
y del carácter inviolable de los derechos de las personas necesarios para
preservar dicha dignidad-, una Declaración a la que apela nuestra Constitución
como texto interpretativo de los derechos fundamentales y libertades reconocidos,
lo que hace de una y otra vasos comunicantes. Los derechos humanos se
convierten en derechos fundamentales tras su reconocimiento constitucional, y
desde ese momento presiden nuestro ordenamiento jurídico y vinculan por igual a
poderes públicos y particulares, obligando a unos a actuar para su realización
y a otros a abstenerse para su respeto.
Para que nuestra sociedad
funcione y progrese es preciso que poderes públicos y ciudadanos contribuyamos
con nuestra actuación responsable a fortalecer los valores que fundamentan
nuestra vida colectiva –lo que consideramos constitutivo de una ética pública compartida
por todos- y para ello es necesario un decidido compromiso en la prevención de
la corrupción pública, es decir, de todas aquellas conductas y prácticas que
sacrifican de manera indebida el interés público para obtener ventajas o
beneficios particulares, defraudando la confianza ciudadana e incumpliendo el
deber de integridad que conlleva el ejercicio de toda función pública.
Por todo ello, un año más
celebramos los valores de nuestra norma constitucional, cuya defensa asumimos
en el ejercicio de nuestra labor como Asociación, y proclamamos nuestro total
respaldo a todos los esfuerzos, ya sean institucionales o cívicos, para avanzar
en el respeto de los derechos humanos, de cuya validez universal somos firmes
defensores, y un año más celebraremos con un acto público el Día Internacional
contra la Corrupción.
Bien hecho, el afirmar aquellos valores en los que se cree, y que además son de todos, al servicio de todos!
ResponderEliminarFelicidades por el compromiso renovado y reforzado, cada año. A la espera estamos de saber si la Asociación organizará un acto para el día mundial contra la corrupción, como en anteriores ocasiones. Adelante !
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