Son
muchos los temas sobre los que resulta necesario un debate detenido sobre
numerosos aspectos de la gestión pública y de la ordenación de la función pública,
sin improvisaciones u ocurrencias, sin precipitaciones y sin urgencias, que no
hacen sino aumentar las inconsistencias del sistema de acción administrativa y
del modelo de función pública.
Pero
es necesario disponer de ámbitos en los que dicha reflexión pueda producirse al
margen de las presiones políticas y con independencia de los intereses en
juego. La racionalidad del modelo de función pública no puede quedar
permanentemente expuesta a situaciones coyunturales y a regulaciones ad hoc para otorgar amparo a aquellas
decisiones contrarias a la norma vigente. Es necesario reflexionar sobre la
realidad presente y sobre las alternativas para superar sus insuficiencias
manifiestas. Apoyándose para ello en las soluciones alcanzadas en otros ámbitos
de nuestro entorno.
Hay
que aprovechar espacios posibles para la realización de dicha labor de estudio,
análisis y contraste. Puede ser en el ámbito del Instituto Aragonés de
Administración Pública, si dicho órgano es capaz de ampliar su actual campo de
actuación, albergando también seminarios de estudio y debate que permitan
diseñar estrategias de futuro para la Administración Pública
y conocer las nuevas vías que van abriéndose en otras Administraciones para dar
solución a problemas similares a los que padecemos en nuestra Administración. También
podría ser en un espacio auspiciado por el Justicia de Aragón o la Cámara de Cuentas, como ya
en su día propusimos desde esta Asociación a dicha Institución, al objeto de
promover un Aula de Buena Administración. Podrían ser, también, los Grupos de
Mejora que contempla la Ley
de Calidad de los Servicios Públicos, de cuya posible implantación en el seno
de nuestra Administración no tenemos ninguna constancia.
Son
muchos años ya los que se viene utilizando la potestad normativa de la Comunidad Autónoma
–tanto legislativa como reglamentaria- para aprobar disposiciones generales
cuya finalidad es convertir la excepción en regla, dar soluciones singulares y
coyunturales a determinadas situaciones, incrementar la discrecionalidad política,
recompensar actividades que nada tienen que ver con la dedicación profesional
de los funcionarios públicos, bloquear la aplicación ordinaria de las reglas de
provisión o selección, y, en definitiva, introducir disfunciones continuas en
el modelo de ordenación de función pública, desvirtuándolo progresivamente.
Tal
forma de actuar es la que debemos tratar de superar, mediante técnicas de análisis
y debate de soluciones, estudio de experiencias comparadas, identificación de
insuficiencias e inconsistencias de la gestión, indicación de incumplimientos y
malas prácticas reiteradas en la tramitación de procedimientos, etc. Sin buscar
soluciones simplistas y aisladas del resto de normas del sistema de ordenación
administrativa, cuyas repercusiones en la congruencia del conjunto del modelo
apenas han sido consideradas o valoradas. Pero dichas tareas han de encontrar
su espacio idóneo en el interior de nuestra Administración y en el entramado
institucional de la Comunidad Autónoma,
acumulando información, conocimiento, experiencia y análisis de soluciones
posibles.
ResponderEliminarPor qué no plantear la propuesta de Aula de Buena Administración al Gobierno, Grupos Parlamentarios y Justicia de Aragón como espacio de reflexión y debate de profesionales y expertos en los diferentes ámbitos de la gestión pública?
ResponderEliminarY si lo impulsara la Fundación Manuel Giménez Abad junto con el Instituto Aragonés de Administración Püblica?
No veo ningún comentario sobre el proyecto de Ley de Integridad y Etica Pública que se está tramitando en las Cortes. ¿Está bien? porque a mi me parece un proyecto lleno de vaguedades cuyo único objetivo es que el partido en el gobierno pueda salir en la prensa sacando pecho.
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