Es
preocupante el creciente desprecio que determinadas fuerzas políticas muestran
hacia nuestra norma constitucional, como si la misma no fuera, precisamente, la
que ha permitido disfrutar de amplísimas cotas de libertad y de progreso
durante cerca de cuatro décadas, situando a España entre las verdaderas
democracias del mundo.
Ello
no obsta, desde luego, para reconocer las carencias de funcionamiento del
sistema y los problemas que las circunstancias económicas y sociales del país
han acarreado para la credibilidad de nuestras instituciones. Esos problemas,
sin embargo, no son achacables a la Constitución.
No
debe tampoco rechazarse la posibilidad de introducir mejoras en nuestra
Constitución, tras casi cuarenta años de funcionamiento y vigencia. Pero en
ningún caso podemos considerar que la Constitución, como parecen pretender algunos, es
un mecanismo que priva a los ciudadanos de su soberanía o que supedita los derechos
de las personas a los intereses de unos pocos.
Justamente
es todo lo contrario, y sin duda la Constitución contiene en sí las potencialidades
necesarias para avanzar decididamente en la corrección de todos los problemas
sociales que nos aquejan. En el marco constitucional caben diferentes
programas políticos, acordes a la voluntad mayoritaria de la sociedad, pero dichos
programas cuentan con unos contenidos necesarios a respetar, como son los
derechos fundamentales de los ciudadanos y las reglas democráticas del poder
político.
El
desprecio a la
Constitución que algunos muestran es especialmente grave
cuando afecta a aquellos que acceden a responsabilidades institucionales. No
basta para considerarse demócrata acceder al poder a través del voto de los
ciudadanos, sino que la verdadera demostración de convicción democrática de
todo cargo público es precisamente el modo de ejercer sus responsabilidades
institucionales, y muy especialmente el sometimiento expreso a la Constitución como
norma suprema a la que todos estamos sujetos, ciudadanos y poderes públicos.
Aquel
cargo público que, al asumir una responsabilidad institucional, no hace expresa
declaración de acatamiento a la
Constitución –norma en la que se establecen los derechos de
los ciudadanos y los límites infranqueables para el poder político- debe ser
considerado como una potencial amenaza para nuestra democracia y, como tal, debería
verse privado de su condición de cargo institucional.
La legitimidad democrática
que dan los votos se pierde si el ejercicio del poder político se quiere
efectuar al margen o en contra de la norma constitucional, como parecen
pretender en nuestro país algunos responsables políticos. La norma
constitucional no puede ser ignorada impunemente por ningún cargo institucional
y la democracia tiene el derecho y el deber de reaccionar frente a quienes
olvidan las exigencias propias del Estado de Derecho y el obligado sometimiento
a la legalidad.
Si no se acata la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico
por los cargos institucionales, los ciudadanos quedamos a merced de la
arbitrariedad de nuestros gobernantes, o lo que es lo mismo perdemos nuestra
condición de ciudadanos.
ResponderEliminar¿Hay razones para impugnar el juramento de Carles Puigdemont como president?
ResponderEliminarLa Ley del régimen electoral es clara: "en el momento de tomar posesión y para adquirir la plena condición de sus cargos, los candidatos electos deben jurar o prometer acatamiento a la Constitución, así como cumplimentar los demás requisitos previstos en las leyes o reglamentos respectivos”
ResponderEliminarLos poderes del Presidente de la Generalitat emanan de la constitucion y del estatut. Leyes aprobadas en el Parlamento español.Es más, la ley electoral que se aplica en Catalunya es la española porque no ha habido intencion de hacer una propia (esa si es una competencia catalana) porque eso significaría perder un poder que ahora le viene de las comarcas más rurales.
ResponderEliminarTodo son frases grandilocuentes,días históricos, malas formas, desplantes, desprecios y menosprecios hacia el que piensa diferente con el único animo de crear crispación, malestar, enfrentamientos ridículos, que se consigue con eso? nada solo crearse enemigos, si alguien en su sano juicio cree que todo esto traerá algo bueno no ya ahora, en el futuro, entre pueblos que están condenados a conllevarse por el simple echo geográfico aparte del familiar y de lasos históricos es que esta muy mal de la cabeza, estas cosas solo traerán desgracia y ruina para todos. Cuando se siembra la semilla del odio hacia los demás, nunca se recogerá nada bueno, estos políticos de medio pelo solo saben crear enemistad entre la gente y toda para absolutamente nada, estamos todos condenados a conllevarnos, de lo contrario solo nos esperan peleas y disputas que no llevan a ningún lado, solo ruina y pobreza, tanto económica como intelectual y de todo tipo, pensaba que esta tierra queria prosperar y no retroceder hacia la caverna de los aislados.
ResponderEliminarEl problema és que este señor no tiene la más mínima intención de respetar los derechos del 53% de la gente
ResponderEliminarPrometo respetar al President de la Generalitat, por imperativo legal (que luego yo ya haré lo que me de la gana)
Eso es lo que significa no? Porque me obligan...
Si yo hubiera firmado eso en mi toma de posesión como funcionaria, ni lo hubiera llegado a ser
ResponderEliminarEn cualquier país serio si un cargo no jura por la Constitución se le da la patada en el acto e inhabilita de por vida.