La
crítica que esta Asociación practica hacia los defectos de funcionamiento de la Administración de la Comunidad Autónoma
y de numerosas decisiones del Gobierno de Aragón, dado el escaso respeto a la
legalidad que se aprecia en amplias parcelas de su actuación, no nos exime en
absoluto del cumplimiento de nuestras obligaciones como servidores públicos.
Debemos
ejercer nuestra actividad profesional de la manera más eficaz y correcta posible,
conscientes de que los ciudadanos son los verdaderos destinatarios de nuestro
trabajo y que el buen funcionamiento de los servicios públicos es esencial para
la realización de los derechos de las personas y para la satisfacción del interés
general.
Nuestra
postura crítica no es compatible –sino, justamente, todo lo contrario- con el
desentendimiento o indiferencia hacia el logro de los objetivos de la
organización administrativa, con la imprescindible tensión interna por la mejora de los
procedimientos administrativos y de las diferentes técnicas de gestión.
Como
servidores públicos, debemos poner toda nuestra capacidad y nuestra energía al
servicio de la
Administración para asegurar la realización diaria de los
valores del Estado social de Derecho que establece nuestra Constitución.
Como
ciudadanos, a su vez, debemos ejercer el
uso público de la razón para señalar deficiencias, incumplimientos y
vulneraciones que puedan desvirtuar el papel que corresponde tanto a la Administración como
al conjunto de las instituciones públicas.
Ambas vertientes de compromiso son
complementarias y se legitiman recíprocamente. La crítica viene a ser, de ese
modo, una manifestación más del compromiso con el papel que corresponde a la
función pública, con el deber que nos es exigible como servidores públicos. Ejercida en nuestra calidad de ciudadanos.
El
buen desempeño de la
Administración no se logrará solo con buenas normas y políticos
competentes y fiables, sino sobre todo con servidores públicos plenamente
comprometidos con su labor profesional, preocupados por la realización conjunta
de la legalidad y de la eficacia en cada una de sus actuaciones. Ni la
legalidad –en su versión degradada del “legalismo”- puede servir como excusa o
justificación de la ineficacia administrativa, ni cabe aspirar a la eficacia al
margen de la legalidad, ignorando derechos amparados por las normas, anteponiendo la decisión arbitraria al cumplimiento de la ley.
La
labor de control y denuncia que desarrolla esta Asociación no puede ni debe sustituir
el exigible compromiso que corresponde a cada servidor público con los valores
de legalidad y eficacia. La exigencia externa que ejercemos como Asociación ha
de venir a reforzar el esfuerzo colectivo interno para que las leyes se
respeten y para que los valores del servicio público se preserven dentro de la
organización administrativa, en cada una de sus múltiples manifestaciones.
La
función pública ha de relegitimarse socialmente gracias a la actitud y
comportamiento de sus miembros. Sin ello, cualquier discurso público reclamando
el papel esencial de la función pública dentro de nuestro marco institucional
se verá desmentido por el descrédito social de los miembros de la función pública,
pues no podemos inhibirnos en la asunción de la responsabilidad pública que nos
corresponde, tanto en el hacer como en el no hacer que nos impone nuestro doble
sometimiento a la legalidad y a la dirección política del Gobierno respectivo.
Por ello, a nadie debe sorprender que esta Asociación defienda los principios y valores de la función pública y no los intereses o condiciones de trabajo de los empleados públicos, ámbito reservado a los sindicatos en el marco de la negociación colectiva. Los derechos de los ciudadanos y los principios y valores constitucionales de la función pública no pueden ser en ningún caso objeto de negocación, sino de cumplimiento o exigencia. Empezando por nosotros mismos en nuestros puestos de trabajo.
ResponderEliminareximir. ‘Liberar [a alguien] de obligaciones o culpas’. Su participio es eximido: «Pido ser eximido de esa comisión» (Santander Corrido [Méx. 1982]). La forma exento (del lat. exemptus, participio del verbo eximere) es en español un adjetivo que significa ‘libre de algo’ y ‘aislado o independiente’: «Nadie estaba exento de fallos» (Rojo Matar [Esp. 2002]); «Martínez Montañés [...] hizo [...] un tipo de Inmaculada que como escultura exenta le dio más fama que sus retablos» (Prensa [Nic.] 17.12.97). Es incorrecto emplear exento en la formación de los tiempos compuestos o de la pasiva perifrástica: «Debe ser exento de responsabilidad» (Abc [Esp.] 18.5.82); debió decirse eximido.
Me gustaría agradeceros vuestra labor como asociación y desde luego como ciudadanos. Porque en definitiva, tendría que ser la tarea de todos, velar por los intereses generales y porque se cumpla la ley. Desgraciadamente la corrupción política parece invadirlo todo. Los intereses individuales priman por encima de los generales y nos estamos acostumbrando a ver, como en la vida política, el que ostenta un cargo público, en lugar de administrar para el buen funcionamiento de la administración y velar por el beneficio de los ciudadanos, utiliza esa posición en beneficio de intereses particulares. En un sistema tan burocrático como el nuestro, luchar contra quien se esconde detrás de su cargo público, parece casi imposible. Por eso vuestra labor es doblemente importante y cualquier ciudadano debería estar agradecido porque exista gente que ha decidido luchar y defender lo que son, los intereses de todos. Y también entiendo, que vuestro cometido no es luchar por las condiciones ni los intereses de los empleados públicos, puesto que eso debería ser la tarea de los sindicatos. Pero el deber ser y el ser no siempre van juntos. Ojalá tuviéramos sindicatos con la altura y honestidad moral que tenéis vosotros…
ResponderEliminarPero no es el fin de este escrito, atacar a los sindicatos, sino agradeceros, con toda sinceridad, vuestra labor. Gracias