Frente
a los que parecen haber desistido en la tarea de defender el derecho y el
respeto al ordenamiento jurídico, empezando por la propia Constitución, y se
declaran vencidos de antemano, dejando el campo libre a la arbitrariedad política
y administrativa, porque deben considerar muy valioso su tiempo como para
desperdiciarlo en batallas estériles o carecen de verdadero convencimiento sobre
la trascendencia que tiene la reivindicación del Estado de Derecho, esta
Asociación mantiene su firme compromiso para seguir trabajando, con la máxima
energía de la que sea posible, por el respeto de los principios y valores de la
función pública, lo que exige, al mismo tiempo, la defensa del modelo
constitucional de Administración Pública.
Los
hay que nunca creyeron en que el Tribunal Supremo dictase el fallo que dictó en
materia de acceso al empleo público –dando la razón a las tesis mantenidas por
esta Asociación-, y entendían que gastábamos inútilmente nuestras energías y
nuestros escasos recursos económicos. Ahora son los que sostienen que nunca
lograremos que la
Administración cumpla las sentencias dictadas por los
Tribunales, tratando de contagiar con ello su propio desánimo y escepticismo a
quienes hemos hecho de la batalla por el derecho de acceso a la función pública
un objetivo fundamental de la existencia y actividad de esta Asociación. Ni les
escuchamos entonces ni les prestaremos atención ahora, porque mantenemos íntegra
nuestra confianza en la capacidad del Estado de Derecho para hacer respetar el
ejercicio de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
La
actitud de los ciudadanos –el desentendimiento generalizado que ha habido en el
pasado respecto al buen funcionamiento de las instituciones- es determinante en
la evolución de nuestro sistema democrático e institucional. También resulta
determinante el grado de compromiso personal de los funcionarios públicos con
el respeto de la legalidad y la garantía de los principios constitucionales. No
podemos criticar la creciente degradación de la función pública cuando no
estamos dispuestos a defender su buen funcionamiento, su sometimiento a la
legalidad, si ello nos ha de suponer el menor contratiempo o riesgo. Si
defender el respeto a la legalidad supone un riesgo para un funcionario, podemos
certificar que no contamos con la Administración que establece nuestra Constitución,
no estamos ante la
Administración que sirve con objetividad los intereses
generales, con sometimiento pleno a la ley y al derecho.
Como
ciudadanos y como servidores públicos, en la asamblea del pasado jueves,
reafirmamos nuestro empeño en defender una función pública al servicio de la
democracia y de los ciudadanos, dentro de un marco de importantes reformas
institucionales para asegurar el buen gobierno y la buena administración, de
manera que contemos con unas instituciones fiables capaces de poner freno a la
corrupción pública y privada y de hacer frente, de forma solvente, a los graves
problemas económicos y sociales que padece nuestra sociedad. No nos concedemos
en esta tarea la licencia que se otorgan a sí mismos, para así desentenderse de
sus obligaciones como ciudadanos, los incrédulos y escépticos. Creemos en el
valor de nuestras instituciones democráticas y en la plena vigencia de nuestra
norma constitucional, y desde la exigencia de respeto a la legalidad y demás
principios constitucionales –a partir de la ética cívica que presupone una
verdadera sociedad-, estamos seguros de que los incrédulos de hoy serán los que
mañana tratarán de presentarse como artífices del triunfo de la legalidad sobre
la arbitrariedad del poder y el desistimiento ciudadano.
Y la comodidad de los viajeros?
ResponderEliminarNo reblar.
ResponderEliminarPues menos mal.
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