En este mes de marzo, en el plazo
de diez días, la Asociación
celebrará su asamblea anual, cerrando un año de transición y baja actividad –justo
es reconocerlo-, para retomar la iniciativa en la demanda de medidas de buena
administración y buen gobierno, coincidiendo con un momento de especial
sensibilidad ciudadana hacia la crisis ética existente en las instituciones públicas.
No vamos a enjuiciar las reformas
y ajustes difíciles que se han adoptado para contener el déficit público,
muchos de los cuales han afectado al personal de las Administraciones Públicas
y a los servicios públicos –la defensa de los intereses laborales y económicos
de los empleados públicos corresponde a los sindicatos de la función pública y
no es objeto de la actividad de esta asociación, y la defensa de los servicios
públicos, su dimensión y su universalidad, han de asumirla los ciudadanos, para
que nadie considere que en la defensa de un servicio público priman los
derechos laborales de quienes lo prestan sobre el interés social de quienes lo
reciben-, sino que debemos elaborar un programa para reafirmar los grandes principios
que han inspirado nuestra acción durante los seis primeros años de existencia –defensa
de la legalidad, la profesionalidad y la ética pública como señas de identidad
de la función pública- y formular nuevos y ambiciosos objetivos que nos
comprometan en la solución de la actual crisis social e institucional.
Ningún colectivo social –muchos menos,
los servidores públicos- puede inhibirse en el gran debate que como sociedad
hemos de desarrollar para regenerar el funcionamiento institucional de nuestra
democracia –expulsando de la actividad pública a las personas que han incurrido
en fraude a los ciudadanos- y restablecer la confianza del conjunto de la
sociedad en quienes tienen como cometido y responsabilidad la defensa del
interés general, tarea que no exime del compromiso individual en la defensa de
los valores democráticos y en el control de los poderes públicos.
Somos conscientes del valor que
representa una asociación –como puede ser la nuestra- que sirve, por un lado,
para sumar voluntades individuales y debatir de forma colectiva problemas y
posibles soluciones, y, por otro, para incidir en la realidad de nuestro
entorno, defendiendo los valores de la función pública con todo tipo de
iniciativas, desde la nota de prensa hasta el recurso de amparo ante el
Tribunal Constitucional, tal y como hemos venido haciendo a lo largo de seis
años.
El resultado puede parecer escaso
o frustrante a algunos, pero quienes ante una situación de desprecio al Estado
de Derecho y de vulneración continuada a los derechos de los ciudadanos, no optan por el silencio cómplice, sino que deciden
asumir la defensa de los principios que sostienen la vida democrática, la
convivencia y el bienestar de todos, con independencia del resultado de su
esfuerzo, pueden considerar que hicieron lo correcto, lo que les era exigible
como servidores públicos y como ciudadanos.
Las tesis de esta Asociación han
quedado recogidas, en buena medida, en los informes del Justicia de Aragón y en
las sentencias de diferentes tribunales –entre ellos, el Tribunal Supremo- e
incluso en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Se han escuchado por
responsables del Gobierno de la
Nación, del Gobierno de Aragón, por Alcaldes y Presidentes de
las Diputaciones Provinciales. Por los responsables del Congreso de los
Diputados y del Senado y de las Cortes de Aragón, y por los Grupos
Parlamentarios de cada Cámara. Por el Defensor del Pueblo y el Fiscal General
del Estado. Muchos otros han defendido, probablemente con mejores argumentos,
nuestras mismas tesis, pero podemos afirmar que hicimos oír nuestra voz como servidores
públicos en demanda de una función pública al servicio de la democracia y de
los ciudadanos.
Cada Asamblea anual marca un
punto y seguido en la vida de esta Asociación. El viaje iniciado hace seis
años, en 2007, continúa. Consideramos que la defensa de la democracia y de la ética
pública –ya lo dijimos en su momento- es una tarea infinita, y nos sentimos todavía comprometidos e
ilusionados con el camino emprendido. Pero con seis años de bagaje acumulado, la Asociación ha de ser
capaz de marcarse objetivos de mayor alcance, dirigidos a la raíz de los
problemas que hemos tratado de corregir en estos años. Esa es una tarea que ha
de plantearse en la próxima Asamblea anual y que debiera abrir un nuevo periodo
de actividad de más amplio horizonte.
Animo y a seguir trabajando.
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