Desde “Heraldo de Aragón” se ha pedido a esta Asociación cinco ideas útiles para salir de la crisis. Pudiéramos pensar, en un principio, que nuestra aportación, en tal materia, no podía ir más allá de lugares comunes, limitándonos a hacernos eco de algo de lo mucho que se ha dicho y escrito en los últimos meses y años sobre el tema. Pero, ¿acaso estamos sólo ante una crisis económica, financiera o fiscal? No, creemos que la crisis tiene raíces que van más allá de lo meramente económico y que afectan de lleno a lo político y lo social y concierne, por lo tanto, a los principios democráticos de gobierno y a los valores sociales, es decir, a la ética pública. Entendemos, por lo tanto, que los principios y valores por los que se guía esta Asociación son factores a tener necesariamente en cuenta para remontar la actual crisis, en sus diferentes manifestaciones.
Por dicho motivo, ha resultado relativamente sencillo responder a la petición hecha desde “Heraldo de Aragón”, pues no hemos tenido más que sintetizar, en cinco propuestas, lo que ha venido siendo el discurso y la acción de esta Asociación a lo largo de sus más de tres años de existencia. Así, nuestra preocupación por el escrupuloso respeto de la legalidad retributiva -algo en lo que hemos ido contra corriente, entre el silencio de los más y la irritación de algunos, preocupados ante la posibilidad de que nuestros escritos pudieran traer como consecuencia el dejar de percibir alguno de los conceptos retributivos fraudulentos surgidos de la negociación colectiva- se ha visto, de algún modo, confirmada por el inédito recorte salarial a los empleados públicos. El modelo de crecimiento salarial aplicado en las Administraciones Públicas también se ha descubierto insostenible, al igual que el desaforado desarrollo urbanístico e inmobiliario. Cada cual, está visto, ha especulado con lo que ha tenido a su alcance.
Llega ahora, por lo tanto, el momento de retomar el camino de la buena administración, el que nunca se debió abandonar, recobrar el sentido de la responsabilidad, el sentido común, el sentido y significado del servicio público, como razón de ser de la función pública y de los servidores públicos. Los principios constitucionales de la Administración Pública siguen sin enraizar suficientemente en la realidad, a pesar de su reiterada cita en textos legales y en discursos oficiales. El servicio al interés general cede, en dosis inaceptables, ante el sectarismo y el clientelismo político, y el sometimiento a la legalidad decae igualmente ante constantes abusos, desviaciones de poder e ilícitos de todo tipo. Ahí está, por ejemplo, la invisible realidad de los asesores del Gobierno de Aragón que cobran sin trabajar. Por un hecho similar se está procesando en Francia al anterior Presidente de la República. Aquí ya sabemos en qué quedó la denuncia de esta Asociación a la Fiscalía General del Estado: lo invisible no se ve ni se quiere ver, y punto. No hablemos ya de la eficacia, la eficiencia o la coordinación.
No son los mercados los únicos ogros –esos chacales o lobos de los que se habla en la prensa, que atacan implacables la soberanía de los estados-, pues la corrupción y la codicia habitan en casi todos los males que aquejan a nuestras instituciones públicas y a nuestra sociedad. Hay un crecimiento y desarrollo honestos, resultado de la salud y laboriosidad de una sociedad, y hay otro enriquecimiento, ilícito y deshonesto, que socava no sólo la prosperidad futura, sino también la calidad democrática, la confianza ciudadana y la solidaridad entre los miembros de la sociedad. Esta Asociación considera que ha de salirse de la crisis con este bagaje –democracia, confianza y solidaridad-, pues ese bagaje constituye no sólo la mayor fortaleza de un país, sino la mejor garantía para no abandonar nuevamente el camino de la buena administración. Esas son las propuestas, creemos que útiles, de esta Asociación, formuladas con mayor o menor acierto.
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ResponderEliminarNo hay que descartarlo.
ResponderEliminar¿Se citará a la Asociación en el editorial una vez más?
ResponderEliminar¿Cuándo publica el reportaje el Heraldo?
ResponderEliminarHay que recobrar el sentido de la responsabilidad, el sentido común, el sentido y significado del servicio público, el principio de legalidad, como razón de ser de la función pública y de los servidores públicos. La Admón está gestionada por principios de sectarismo, clientelismo político/administrativo, y el sometimiento constante a abusos, desviaciones de poder e ilícitos de todo tipo, gestionada por clanes.
ResponderEliminarHay que recobrar el sentido de la responsabilidad, el sentido común, el sentido y significado del servicio público, el principio de legalidad, como razón de ser de la función pública y de los servidores públicos. La Admón está gestionada por principios de sectarismo, clientelismo político/administrativo, y el sometimiento constante a abusos, desviaciones de poder e ilícitos de todo tipo, gestionada por clanes.
ResponderEliminarEl heraldo se preocupa ahora por la crisis de la Admón?. ¡Lo que hay que ver!¡mas vale tarde q nunca!. Medidas?: Asesores, comisiones, enchufados, empresas públicas, subvenciones a sindicatos, medios de comunicación....... etc. Si el heraldo tiene un interés verdadero en conocer como funciona la Admón no tendría ningún problema: solo tiene q meterse dentro, hay muchos empleados publicos que estarían dispuestos a proporcionarles los argumentos necesarios para descubrir la realidad de esta nuestra Admon, pero... de Verdad, ¿le interesa?.
ResponderEliminar¿Estamos sólo ante una crisis económica, financiera o fiscal? .
ResponderEliminarNo, en la función pública debe preocuparnos ante todo la crisis institucional y la decadencia del principio de legalidad y el clientelismo instaurado en la Admón.
No, no estamos sólo ante una crisis económica, financiera o fiscal. Como empleado público me preocupa mas la crisis en lo político/administrativo, la crisis que afecta a los principios democráticos de gobierno, a los principios de legalidad, a los valores sociales y a la ética pública. El principio de legalidad debe prevalecer sobre el sectarismo, el clientelismo, el abuso y las desviaciones de poder. Tiene que revisarse la realidad de los asesores y controlar la figura del “padrino”. Las leyes y los reglamentos, en cualquier país democrático, se aprueban para cumplirse.
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