En
contra de lo que viene siendo práctica en materia de política de personal, no
podemos dar por válido que la Ley
de Presupuestos Generales excluya el ejercicio del derecho de acceso a la
función pública durante un determinado ejercicio, desplazando o suspendiendo
temporalmente la vigencia de lo establecido en el Estatuto Básico del Empleado
Público, a través del cual de configura el contenido y alcance del derecho
fundamental de acceso a la función pública que reconoce el artículo 23.2 CE. Y
no lo es porque no entra dentro de las facultades del poder legislativo –menos
aún, vía ley de presupuestos- desconocer o dejar sin efecto el ejercicio de un
derecho fundamental de los ciudadanos, por tratarse de contenidos
indisponibles, cuya fundamentalidad deriva de la posición que ocupan dentro de
la norma fundamental del ordenamiento jurídico, lo que los convierte en un
límite a la voluntad del legislador. No es jurídicamente admisible que el
legislador, lejos de garantizar el ejercicio de un derecho, lo excluya o
suprima, sin otro fundamento que razones de carácter presupuestario. Es
evidente que la
Constitución debiera imponer al legislador la adopción de
todas aquellas medidas –incluidas las presupuestarias- que reclame la
realización de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como cabe deducir
de lo señalado en el artículo 53.2 CE.
La Ley de Presupuestos Generales no puede
incurrir en la contradicción en la que viene incurriendo año tras año en
relación con el derecho de acceso a la función pública. No es posible que se
excluya la efectividad del régimen de acceso a la función pública –al excluir
la aprobación de oferta, salvo los porcentajes de reposición establecidos para
determinados sectores-, al mismo tiempo que los gastos de personal aprobados
garantizan la permanencia y continuidad de puestos de trabajo que se consideran
estructurales y necesarios para el funcionamiento y atención de los servicios
públicos, pero que se encuentran ocupados por funcionarios interinos.
Las
razones de contención del gasto dentro del capítulo de personal –al margen de
medidas de naturaleza retributiva- habrían de plasmarse, en su caso, en la
reducción de dotaciones económicas y consiguiente supresión de puestos de
trabajo, de manera planificada en aquellos ámbitos que resulten prescindibles,
pero la prohibición general de selección de personal de nuevo ingreso
existiendo vacantes ocupadas por funcionarios interinos es una fórmula burda y
arbitraria de abordar la posible reestructuración del empleo público y de sus
costes presupuestarios. Los funcionarios interinos consumen similares créditos
presupuestarios que los funcionarios de carrera, de manera que prolongar la
ocupación interina de puestos de trabajo, como resultado de las medidas
contempladas en las Leyes de Presupuestos, no puede justificarse en pretendidas
reducciones de costes, sino en una deficiente y arbitraria técnica que solo
genera precariedad en el empleo público y que contraviene frontalmente la
inamovilidad que se predica para el personal público como garantía de su
inamovilidad y de su sujeción plena a la ley y al Derecho.
La
legalidad constitucional y administrativa que conforma el régimen de acceso al
empleo público –integrada por la Constitución
Española y el Estatuto Básico del Empleado Público- no puede
verse vaciada, ni siquiera temporalmente, por la legalidad presupuestaria. La
vertiente económica o presupuestaria del empleo público ya se contempla, en el
propio Estatuto Básico del Empleado Público, como límite al deber de inclusión
en oferta de las plazas vacantes ocupadas por funcionarios interinos, al
posibilitarse la exclusión de aquellas plazas que se amorticen. En tal sentido,
la Ley de
Presupuestos podría prever o imponer amortizaciones de plazas, pero no es
posible que, manteniendo las dotaciones de las plazas, se bloquee su provisión
por personal de nuevo ingreso, conforme a los principios constitucionales que
rigen el sistema de acceso al empleo público.
La Ley de Presupuestos no es norma válida
para excluir la vigencia y efectividad de un determinado derecho fundamental
durante el correspondiente ejercicio presupuestario, y sus efectos sobre el
empleo público debieran limitarse a lo que es propio de dicha norma, como es la
determinación de los costes de personal y consecuentemente de las plazas
dotadas admisibles en cada Administración. El volumen y coste de la Administración es
lo que puede decidir una Ley de Presupuestos, pero no está dentro de su ámbito
determinar la posibilidad o no del ejercicio de un derecho fundamental. Este
ejercicio será, en todo caso, resultado de la existencia o no de plazas
vacantes cuya ocupación resulte necesaria para el adecuado funcionamiento de
los servicios públicos.
En
tal sentido, ha de invocarse la
STC 238/2007, de 21 de noviembre, en la que se señala que la
ley de presupuestos no puede desconocer el régimen sustantivo de una
determinada parcela del ordenamiento jurídico, ni efectuar una aplicación
distinta a la prevista en la norma cuya aplicación pretende. Es decir, no es
objeto de la ley de presupuestos la regulación de la oferta de empleo público,
pero en el caso de que se aborde dicha materia lo que de ningún modo resulta
posible es que se haga desde el desconocimiento y el incumplimiento de lo
señalado en el Estatuto Básico del Empleado Público, cuyo contenido se
encuentra directamente vinculado al derecho fundamental de acceso a la función
pública.
ResponderEliminarEl Gobierno abre 7.416 nuevas plazas en la oferta de empleo público.
el pais
ResponderEliminarEl ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, ha anunciado que este año se abrirán 7.416 plazas de empleo público, lo que supone multiplicar por cuatro los nuevos puestos generados el año pasado. El principal motivo es que la llamada tasa de reposición -porcentaje de bajas que se cubren en el sector público- ha pasado del 10% al 50%. En promoción interna -puestos a los que acceden los que ya son empleados públicos y mejoran su posición- habrá 3.834 plazas.
El mayor número de puestos ordinarios corresponde a la Administración General del Estado (2.868), seguido del Cuerpo Nacional de Policía (1.374), Justicia (1.350), Guardia Civil (820), Agencia Tributaria (230) y funcionarios de la Administración Local (50).
ResponderEliminar"Las plazas de 2014 se multiplican por tres veces", ha dicho Montoro, con lo objetivos de priorizar la lucha contra el fraude fiscal, laboral, mejorar la justicia y las fuerzas de seguridad. En concreto, habrá 50 plazas para inspector de Hacienda y 323 para el cuerpo de técnicos de Hacienda, según el ministro.
ResponderEliminarA lo largo de la crisis la oferta de empleo público se redujo a la mínima expresión. En 2012, por ejemplo, la Administración convocó menos de 3.200 plazas este año y todas conrrespondían a procesos de contratación aprobados en 2011 o años anteriores y a la tasa de reposición del 10% en fuerzas de la Seguridad del Estado, policía autonómica, lucha contra el fraude fiscal y laboral, y funcionarios docentes y del Sistema Nacional de Salud. De cada 100 funcionarios que causen baja en estas áreas, solo se podrá reemplazar a 10.