lunes, 2 de junio de 2014

UN MOMENTO CRUCIAL.



Hay acontecimientos tan relevantes e inesperados que relegan la cotidianeidad, necesariamente, a un segundo y anodino plano. Así cabe percibir cualquier nota o iniciativa que esta Asociación haga pública a través de su blog en este momento histórico de nuestra democracia, como es la sucesión en la Corona o Jefatura del Estado. Se cierra un ciclo de nuestra historia democrática para dar comienzo a otro nuevo en el que desafíos, incertidumbres, dificultades, renovaciones y esperanzas componen un complejo escenario en el que a todos nos toca actuar como ciudadanos.

Esta Asociación ha celebrado cada 6 de diciembre el aniversario de la Constitución Española de 1978 y en la reivindicación constitucionalista cabe dispensar un mismo respaldo –más allá de las posiciones personales de cada cual- a las tres grandes decisiones de nuestra norma fundamental: el Estado social y democrático de Derecho, el Estado autonómico y la Monarquía parlamentaria. El consenso constitucional y el valor de la norma fundamental de nuestro ordenamiento han de garantizar, precisamente, la normalidad institucional. Como suele decirse en Italia, la Constitución es la norma que nos damos cuando estamos sobrios para aplicarla cuando estemos ebrios. Los signos de ebriedad son notables en nuestro sistema, y la corrupción es el más grave, y por ello hoy es preciso afirmar y reclamar el respeto de todos a la Constitución, a la parte que más nos gusta pero también a las que menos nos gusten, pues el valor de la norma no puede estar a merced del humor de cada cual.

Al margen de que nuestro interés como ciudadanos esté pendiente de la marcha de los acontecimientos políticos de nuestro país –de los procesos de renovación de instituciones y organizaciones que han marcado de forma decisiva nuestra trayectoria democrática-, no podemos dejar de atender nuestra labor en defensa de los principios constitucionales de la función pública y en la exigencia de legalidad, profesionalidad y ética pública, y por ello proseguiremos con nuestras acciones e iniciativas, convencidos de que con ellas también contribuimos a la tarea común de reorientar nuestra vida pública hacia la recuperación del compromiso con los valores que nos deben hacer aspirar al mejor gobierno y la mejor sociedad posibles.

13 comentarios:

  1. Esperemos que así sea.

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  2. La primera vez que tropecé con el rey Juan Carlos (literalmente, tropecé) fue en el Palacio de La Moncloa, en la vieja antesala del Consejo de Ministros. Supongo que nos dimos los buenos días, y me froté los ojos para comprobar que estaba despierto. ¿Qué hacía el rey allí? Después me lo explicó el presidente Suárez: había ido a dar ánimos al Gobierno. Eran días terribles, de constantes asaltos del terrorismo y el joven monarca hacía eso: se ponía el casco, cogía la moto y se presentaba en La Moncloa sin avisar. Sentía los problemas del Gobierno como propios. Era muy joven.

    fernando ónega

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  3. «Una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista». Don Juan Carlos cerró ayer su reinado con un mensaje que demuestra la lucidez con la que toma una decisión histórica. Si con su llegada al trono en 1975 impulsó el período más largo de democracia en la historia de España, su abdicación supone el punto de partida de un nuevo tiempo en el que esa nueva generación tendrá que ser protagonista a todos los niveles. Su renuncia a todos los poderes heredados para instaurar una monarquía parlamentaria fue entonces un ejemplo al que nadie pudo sustraerse. Y nadie podrá resistirse ahora a seguir también su ejemplo dando paso a una nueva generación. Puede afirmarse, por tanto, que sus mayores servicios a España se encuentran en el amanecer y el ocaso de un reinado que ha tenido luces y sombras, excepto para los entusiastas del panegírico o la diatriba.

    gonzalo bareño

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  4. ¿Referendum? ¿Para decidir lo que le da a uno la gana y cuando le da la gana?

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  5. Cayo Lara reivindica en nombre de IU la convocatoria de un referéndum para que “sea el pueblo el que decida”

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  6. Ayer irrumpió por por sorpresa la noticia mejor guardada, que el Rey estaba rumiando al parecer desde enero: el presidente del Gobierno anunciaba por sorpresa la voluntad de abdicar del jefe del Estado, quien considera que ha llegado el momento de depositar la Corona en manos de su hijo Felipe, el príncipe de Asturias.

    Don Juan Carlos tiene 76 años „nació el 5 de enero de 1938„ y, tras diversas dolencias e intervenciones quirúrgicas, hoy se encuentra „parece„ plenamente recuperado, evidencia que, curiosamente, había desplazado en los últimos tiempos las especulaciones sobre su retirada. Recientemente, había reabierto su agenda exterior, y acaba de girar varias visitas a Oriente Próximo al frente de delegaciones comerciales españolas. También se manejaba la posibilidad de que decidiera desempeñar un papel activo en la resolución del problema catalán. Todo indicaba, en fin, que el monarca había recuperado la normalidad de su desempeño.

    Sin embargo, el Rey ha debido tener conciencia de que sus esfuerzos estaban dando pobres resultados, en un marco político que evoluciona con rapidez hacia derroteros desconocidos: las elecciones del 25M han señalado el declive del bipartidismo y la eclosión de un sistema nuevo de fuerzas, en el que hay actores claramente republicanos que, como cabía esperar, se pusieron desde ayer a reclamar un referéndum sobre la forma de Estado. Y estas evidencias explican, como maniestó ayer el propio Rey en su breve alocución, que se produzca también en la jefatura del Estado la renovación generacional.

    Está, además, abierto en canal el problema de Cataluña. España se enfrenta a una dramática ruptura, cuya evitación requiere un derroche de energías y de inteligencia, y es posible que el rejuvenecimiento y la actualización de la Corona que representa la puesta en marcha de la sucesión dinástica facilite la búsqueda de cauces de debate, de diálogo y de concordia. Don Felipe lleva mucho tiempo pulsando sobre el terreno la situación catalana. Y es posible que el joven futuro rey sea capaz de desempeñar un papel mediador y lenitivo en este asunto que don Juan Carlos tendría dificultades en asumir.

    antonio papell

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  7. No es éste el momento de hacer balances históricos todavía, pero es inevitable volver la vista atrás para repasar mentalmente en un suspiro la ejecutoria de quien recibió de manos del autócrata una dictadura y consiguió liderar un brillante proceso de cambio que nos ha traído hasta aquí. No cabe duda de que la institución monárquica, muy personalizada en su titular, ha sido un factor de estabilidad, un vector de formación de una imagen moderna de España y un agente diplomático insustituible en el contexto internacional. Sus errores postreros han comprometido este legado, pero pueden quedar minimizados si el proceso sucesorio desemboca, como todos deseamos, en una fecunda reconstrucción de los mimbres constitucionales de la monarquía, vieja institución que perdurará mientras acredite ser útil, en el más amplio sentido, para los ciudadanos. Es decir, mientras preste servicio con generosidad, no genere conflictos y sea sostenible.

    Don Felipe imprimirá a su función un sentido más "profesional" y por lo tanto menos emotivo y sentimental que el que otorgó a su ejecutoria su ilustre predecesor. Tiene una evidente vocación de servicio, una preparación intensa y plenamente adecuada y un conocimiento profundo de la realidad sobre la que deberá actuar. Su suerte será la de todos nosotros, que en esta hora de zozobra esencial „Cataluña está levantisca y airada„ y de salida de una crisis que ha dejado postrada y exhausta a demasiada gente, necesitamos todos los apoyos disponibles para salir de esta encrucijada histórica y regresar a los carriles de la convivencia y la prosperidad.

    antonio papell

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  8. EN ESTE país últimamente vamos de sorpresa en sorpresa. Nos estábamos reponiendo de la conmoción del resultado de las elecciones europeas, que demuestran que se ha trastocado todo el mapa político español, cuando ayer a las 10.30 el presidente Rajoy comunicó a través de la televisión y la radio que el Rey Juan Carlos le había informado de su decisión de abdicar en su hijo el Príncipe de Asturias. El presidente del Gobierno subrayó que el Rey cree que este era el mejor momento para hacerlo.

    Sea lo que fuere, nos encontramos con el quinto caso de un monarca español que estando en el poder abdica o renuncia a sus derechos. En efecto, el emperador Carlos V y los reyes Felipe V y Carlos IV abdicaron a favor de sus respectivos hijos, mientras que Amadeo I renunció a sus derechos a la Corona de España. Por otro lado, Isabel II y Alfonso XII abdicaron a favor de sus herederos legales respectivos, cuando se encontraban en el exilio. Las razones de estas abdicaciones o renuncias son diversas, pero todas vienen a decirnos, salvo si acaso la abdicación de Carlos V, que no fueron totalmente voluntarias sino que siempre existió alguna razón de peso que les empujó a ello. Dicho de otra manera, los monarcas que abdican no lo hacen voluntariamente, sino que de una forma u otra se les obliga a abdicar.

    En el caso actual del Rey Juan Carlos, la abdicación tampoco parece que sea enteramente voluntaria, tal y como parece que fueron, por ejemplo, las que se han producido en Holanda y Bélgica. Es más, no sabemos si hay alguna grave razón oculta que haya provocado estas prisas por abdicar ahora. Creo que la abdicación hubiera sido más acertada hace tres o cuatro años, cuando el escándalo de Urdangarin todavía no había contaminado a la Corona española. Si se hubiese producido en esa ocasión, el Rey habría dejado el trono en loor de multitudes, porque hay que reconocer que los españoles han vivido durante su reinado la época más importante de progreso y bienestar de toda su Historia. Pero no se supo reaccionar a tiempo y, en consecuencia, en estos últimos años el prestigio de la Corona se ha debilitado gravemente, poniendo en evidencia que el mayor error cometido por parte del Rey y de la Familia Real ha sido dejar que su vida privada invadiese su vida pública. Con esto no quiero decir que el Rey y su familia no tengan derecho a una vida privada. La tienen, pero con dos matizaciones: su vida privada debe ser la mínima posible y debe estar siempre presidida por la discreción, porque un Rey lo es durante las 24 horas del día. Además hoy ya no se puede contar con cierta complicidad de la prensa, como ocurrió al principio de este reinado, cuando los medios de comunicación eran muy respetuosos con el Rey y su familia.

    jorge de esteban

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  9. Cuando ayer hablé con el Rey Juan Carlos I, antes de que se difundiera la noticia de su abdicación, el primer sentimiento que me vino a la mente, como pienso que le sucedió a muchos españoles, fue el de sincera y profunda gratitud. Como presidente del Congreso de los Diputados pienso que debo dar las gracias al Rey, sobre todo por haber tenido la firme voluntad de hacer de España un país democrático, con un marco de convivencia en el que todos cupiesen y en el que hubiese espacio para todas las opciones ideológicas y personales. Pero quiero también darle las gracias por haber mantenido permanentemente, a lo largo de sus años de reinado, el esfuerzo por lograr la concordia entre todos los españoles y por ofrecernos un punto común de encuentro. Quiero darle las gracias, en definitiva, por haber logrado ser, haciendo realidad el deseo que expresó ya en el primer mensaje de la Corona, el Rey de todos los españoles.

    Tiempo habrá para hacer análisis más profundos, pero pienso que en el «haber» del reinado de Don Juan Carlos I debe incluirse también el enorme avance en la proyección exterior de España, del que ha sido un artífice fundamental. Ha sido nuestra mejor imagen exterior y su prestigio personal ha contribuido decisivamente a que España ocupe el lugar que merece en la escena internacional. Y todos recordamos su firmeza en la defensa de nuestro país y de sus gobiernos cuando han sido injustamente vilipendiados.

    Gracias, también, Majestad, por ser ejemplo para vuestro sucesor. Estoy seguro de que, bajo el liderazgo del futuro Rey, de demostrada capacidad y talante, seremos capaces de afrontar con éxito los retos a los que España se enfrenta en estos momentos. Quiero terminar con las palabras que Don Juan Carlos lanzó en su primer mensaje a los españoles: «Si permanecemos unidos, habremos ganado el futuro».

    jesús posada

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  10. Creo que a nadie extrañe que mi opinión sobre el Rey Juan Carlos esté muy determinada por mi experiencia al frente del Gobierno. Y, en este sentido, puedo decir que, a partir de su escrupuloso respeto a la autonomía política del Ejecutivo, el Rey siempre estuvo dispuesto a prestarnos su colaboración institucional. Y, más allá de eso, también su apoyo, su aliento, su implicación personal, en relación con la decisiones en las que estaba en juego el interés de nuestro país.

    El Rey no es frío, es cercano; no es equívoco, es sincero; no es taimado, sabe comprometerse cuando cree que debe hacerlo. Estas cualidades han marcado su reinado y han estado igualmente presentes en el desempeño de sus funciones y en las relaciones con el Gobierno. Personalmente, siempre agradeceré esa cercanía, esa sinceridad y ese compromiso, la plena disponibilidad, a cualquier hora, al otro lado del teléfono, sobre todo en los momentos difíciles.

    Creo también conocer al Príncipe, su temple, su capacidad, su dedicación, y a partir de ese conocimiento no puedo sino sumarme a las expresiones de confianza que en estas horas se están vertiendo sobre su persona.

    Se abre un nuevo tiempo, contribuyamos todos a que se abra bien para que augure una fuerza renovada de nuestro país.

    josé luis rodríguez zapatero

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  11. Bien está aspirar a lo mejor, pero sin desdeñar lo bueno, que ya es bastante en muchos casos.

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  12. Se ve mucho ebrio, sin duda.

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  13. Y no solo el magistrado del TC.

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