La
función pública, entendida como el conjunto de profesionales que sirven a la Administración Pública
para asegurar el interés general y aplicar o ejecutar las políticas públicas
bajo la dirección del Gobierno, requiere, por una parte, cualificación
suficiente para el desarrollo de su actividad (ciencia) y, por otra, compromiso
ético con el servicio público (conciencia). Han de darse juntamente ambas condiciones
para que podamos contar con una función pública de calidad, que suponga un
elemento que aporte fortaleza a una sociedad democrática.
Profesionalidad
y ética pública son los principios que, de manera preferente, defiende esta
Asociación como señas de identidad de la función pública, lo que podríamos
definir también como ciencia y conciencia. No bastan el conocimiento –la mera capacitación
técnica- y la ejecución eficaz de tareas, si no van acompañados del sentido
ético que requiere el correcto desempeño de las tareas y responsabilidades
propias de cada servidor público, todas ellas necesariamente presididas por el
interés general, el respeto a la legalidad y la garantía de los derechos de los
ciudadanos.
Ciencia,
profesionalidad, eficacia, mérito y capacidad requieren una estrategia en
materia de personal que, hoy por hoy, no vemos en el grado necesario en nuestra
Administración Pública. Ni los sistemas de selección ni los procedimientos de
provisión de puestos de trabajo ni los planes de formación ni los criterios de
racionalización y calidad de la actividad administrativa están suficientemente
orientados a asegurar y estimular el perfeccionamiento constante de los
servidores públicos para permitir el cumplimiento de objetivos en la gestión pública.
La situación debemos abordarla y transformarla de manera obligada, pues la
progresiva desprofesionalización de la función pública –resultado de unas
deficientes políticas de personal- priva a los servidores públicos de su valor
esencial, el mérito o la ciencia.
Conciencia,
compromiso, voluntad de servicio, integridad y conducta ética son rasgos
distintivos del personal de las Administraciones Públicas que deben acompañar a
su preparación profesional. Aplicar buenas técnicas a buenas metas, poner el
mejor conocimiento posible al servicio del interés general, desarrollar la
mejor disposición para alcanzar objetivos y asegurar la legalidad y respetar el
derecho de los ciudadanos son contenido esencial de las pautas que han de
guiar la conducta profesional de los servidores públicos. Tampoco, en este ámbito, existen medidas decididas para reforzar el deber ético propio de quienes se ocupan de los servicios públicos, elementos fundamentales de cohesión de nuestra sociedad.
Conocer
las técnicas y procedimientos de gestión –y asegurar la actualización y el
perfeccionamiento de dichos conocimientos con unas adecuadas herramientas de
formación continua, de las que hoy no se dispone- y potenciar los valores éticos
propios del servicio público –con una infraestructura adecuada que refuerce la
integridad del conjunto de los empleados públicos y moralice no solo a los
individuos, sino también al conjunto de la organización-, es decir, impulsar
ciencia y conciencia de los servidores públicos es lo que esta Asociación
propone y reclama al defender los principios de profesionalidad y ética pública
establecidos en sus estatutos.
ResponderEliminarCiencia y conciencia debiera ser el binomio de toda profesión, pública o privada.
Desgraciadamente parece ser que no es el objetivo de los responsables políticos. Animo!
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