Debemos tratar de evitar que los
asuntos públicos –o la preocupación por los mismos- se limiten a una sucesión
de noticias efímeras, sin continuidad y sin seguimiento real de resultados. El
hecho de que no se hable de un problema no quiere decir que ese problema haya
sido resuelto o que haya perdido interés. Simplemente, significa que los medios
de comunicación han dejado de incluirlo o mencionarlo en sus espacios, por
razones que solo ellos pueden explicar.
Una de las preocupaciones permanentes
de esta Asociación, aunque no hayamos sido capaces de dedicarle la atención
adecuada, es el papel del sector empresarial de la Comunidad Autónoma,
dado que buena parte de tales empresas fueron creadas para hurtar parcelas de
la gestión pública a la función pública profesional y evitar con ello los
controles y “trabas” que implica el procedimiento administrativo. También ese conglomerado
empresarial permitía una contratación de personal al margen de procesos
objetivos –fomentando redes clientelares- y constituía para algunos una
oportunidad de acceder al uso y abuso de los recursos públicos, como se viene
ahora evidenciando en algunos de los proyectos estrella del Gobierno de Aragón.
La agilidad predicada no ha sido sinónimo ni de eficiencia ni de racionalidad,
ni mucho menos de gestión honesta y limpia.
Creemos que los políticos no deben “jugar”
a empresarios, pues un empresario se identifica por arriesgar su capital y no
el capital de todos. Los poderes públicos no han de ocupar el espacio propio de
la iniciativa privada –privando de dinamismo a la sociedad- ni pueden
desvirtuar el ejercicio de las potestades administrativas, confiándoselo a
sociedades mercantiles, aunque sean de titularidad pública, en lugar de a órganos
administrativos servidos por una función pública profesional y cualificada.
Mucho menos podemos seguir admitiendo
que las empresas públicas sigan surtiendo de personal a algunos Departamentos,
mediante un irregular “préstamo de trabajadores”, convirtiéndolas de ese modo
en una vía fraudulenta de acceso al empleo público, mientras se congelan
irregularmente las ofertas de empleo público.
Por todo ello, nos hemos dirigido desde
la Asociación
a la Presidenta
del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, insistiendo en la necesidad de revisar el actual sector empresarial
de la Comunidad Autónoma,
para deslindar sus cometidos –evitando que su objeto social indeterminado
cercene las competencias propias de la función pública profesional-, poner fin
a la práctica del “préstamo de trabajadores” y despolitizar sus consejos de
administración u órganos de gobierno, pues la justificación de las empresas públicas
ha de ser la necesidad de una actividad empresarial de iniciativa pública, lo
que exige capacidad de gestión empresarial y profesionalidad, algo que no cabe
reconocer en la actual composición de mucho consejos de administración,
ocupados por altos cargos de la Administración de la Comunidad Autónoma
y desempeñados, consecuentemente, con criterios políticos y no empresariales,
sin riesgo y con opacidad.
Se reproduce a continuación el texto íntegro
del escrito dirigido a la
Presidenta del Gobierno de Aragón:
“Excma. Sra. Presidenta del Gobierno de
Aragón
Edificio Pignatelli
Pº María Agustín, 36.
50071-ZARAGOZA
Zaragoza,
14 de enero de 2014.
Estimada señora:
Uno
de los objetivos señalados por su Gobierno al inicio de la presente legislatura
era la reordenación del sector público empresarial de la Comunidad Autónoma,
con el fin de dotarlo de la debida dimensión y racionalidad y redefinir el
papel que ha de jugar la empresa pública, sin ocupar indebidamente los espacios
propios de la
Administración pública o de la iniciativa privada.
Dicho
objetivo dio lugar a la aprobación de la
Ley 4/2012, de 26 de abril, de medidas urgentes de
racionalización del sector público empresarial. El artículo 3 de la citada Ley
señala que “las sociedades mercantiles autonómicas deben actuar de acuerdo con
los principios de legalidad, estabilidad presupuestaria, sostenibilidad
financiera, transparencia, austeridad, eficacia, eficiencia, economía y
servicio al interés general”.
Tales
medidas no abordan aspectos esenciales del sector empresarial autonómico, como
es la necesaria delimitación del objeto social de cada una de las empresas
existentes, que en algunos supuestos, por su amplitud o indefinición, entran en
colisión con las competencias propias de los Departamentos de la Administración de la Comunidad Autónoma.
Ello viene dando lugar precisamente a que en determinados Departamentos sus
funciones se vean indebidamente desempeñadas por personal de las empresas
públicas adscritas al mismo, incurriendo con ello en un indebido “préstamo de
trabajadores” y en un desplazamiento irregular del papel reservado a
funcionarios por la labor de personal laboral de empresas públicas. Las
restricciones de incorporación de personal funcionario encuentran en esta
utilización del personal de las empresas públicas una irregular alternativa,
que contribuye al deterioro de la propia función pública.
Asimismo,
la revisión del sector público empresarial ha de avanzar en la
profesionalización de sus órganos directivos, resultando llamativa en tal
sentido la total falta de referencia del preámbulo de la citada Ley 4/2012, de
26 de abril, a las Directrices de la
OCDE sobre el gobierno corporativo de las empresas públicas.
Como se indica en el indicado documento de la OCDE, el gobierno corporativo de las empresas
públicas resulta decisivo para garantizar su contribución positiva a la
eficiencia económica y a la competitividad global de un país, insistiéndose en
la conveniencia de que los órganos de gobierno de la empresa ejerzan sus
responsabilidades con plena autonomía operativa. Un miembro del Gobierno de
Aragón o un alto cargo de la
Administración debiera centrarse en sus responsabilidades
políticas o administrativas, sin extender tal función a la dirección o gestión
de las entidades empresariales adscritas a su Departamento. La confusión de
ambos espacios de responsabilidad constituye un grave riesgo de ineficiencias.
Sin
embargo, el gobierno corporativo de las empresas públicas autonómicas se
encuentra actualmente en manos de consejos de administración integrados, en
gran medida, por responsables políticos –del gobierno y de la oposición- y
altos cargos de la
Administración, alejándose con ello de los criterios de
profesionalidad e independencia que propugnan las citadas Directrices de la OCDE, cuya expresa finalidad
es evitar interferencias políticas en la gestión de las empresas, al ser éstas
fuentes potenciales de graves disfuncionalidades en la gestión, como se ha
podido constatar en numerosos informes de expertos.
Por
todo ello, y al amparo del derecho fundamental de petición establecido en el
artículo 29 de la Constitución
Española, solicitamos que, dentro del proceso de revisión del
sector público autonómico, se impulsen las medidas necesarias que permitan
tanto su racionalización funcional y económica –evitando, en particular, que su
personal venga a ejercer competencias propias de los funcionarios públicos-
como la adecuación de su gobierno corporativo a las directrices auspiciadas
desde la OCDE,
de manera que se eviten ineficiencias y distorsiones en el mercado y quede asegurada la transparencia, profesionalidad y calidad en su gestión, algo
que debe acometerse con la celeridad que exige la realidad económica de nuestro
país.
Agradeciéndole
de antemano su atención, reciba nuestro atento y respetuoso saludo.
Julio Guiral Pelegrín. Presidente de la Asociación para la Defensa de la Función Pública Aragonesa”
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