En el Boletín Oficial del Estado se publica hoy una Ley Foral aprobada por el Parlamento de Navarra el pasado 17 de marzo, por la que se establece un código de buen gobierno. Dicho código se califica como un pacto de los poderes públicos con los ciudadanos, en torno a los principios de funcionamiento de las instituciones en el seno de la democracia española. El contenido del código aprobado, según se señala, se inspira en las líneas directrices de la OCDE y otras organizaciones internacionales. Acaso, nos parece, debiera haberse hecho una mención expresa a lo previsto en la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción, en la que se apela a la conveniencia de establecer códigos de conducta en el seno de las instituciones públicas.
Según la propia exposición de motivos de la referida Ley navarra, “se hace necesario que los poderes e instituciones públicas ofrezcan a los ciudadanos el compromiso de que todos sus representantes en el ejercicio de sus funciones han de cumplir no solo las obligaciones previstas en las leyes, sino que, además, su actuación ha de inspirarse y guiarse por principios éticos y de conducta … que conforman un código de buen gobierno”.
Llama la atención que el Parlamento de Navarra vote una ley de esta naturaleza, cuando las Cortes de Aragón –a través de un acuerdo de su Mesa- rechazaron de forma intempestiva la petición realizada desde esta Asociación para constituir una comisión parlamentaria que elaborase un código de conducta pública para los titulares de todas las instituciones aragonesas.
No sólo no se aprobó nunca un código de conducta pública o de buen gobierno, sino que a la Asociación que planteamos tal posibilidad se le negó incluso la legitimación para formular tal petición, razón por la cual tuvimos que acudir al Tribunal Constitucional en recurso de amparo para exigir respeto al derecho fundamental de petición ejercido. Es muy probable que en lugar de código de buen gobierno, lo único que obtengan las Cortes de Aragón, con su actuación, sea una sentencia condenatoria del Tribunal Constitucional por haber vulnerado el derecho fundamental de petición ejercido por esta Asociación.
La decisión de las Cortes de Aragón –llamativamente situadas en las antípodas del Parlamento de Navarra, a pesar de su proximidad geográfica- no contrasta, sin embargo, con la actitud mantenida en esta legislatura por el Presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, quien jamás ha respondido a las peticiones realizadas desde esta Asociación para promover un Código de Buen Gobierno, a semejanza del aprobado en 2005 por el Gobierno de España.
No resulta por ello extraño –vista la aversión que parecen mostrar nuestras instituciones autonómicas hacia el compromiso ético de buen gobierno- que los titulares de la prensa aragonesa se refieran hoy a los indicios de prevaricación detectados por la Fiscalía en numerosos procedimientos de contratación del Gobierno de Aragón, ratificando con ello lo ya advertido por el Tribunal de Cuentas meses atrás.
Frente a instituciones públicas que tratan de fomentar los principios de conducta que aseguran el buen gobierno, a través de la transparencia, la eficacia y la dedicación plena a las funciones públicas, asegurando la independencia e imparcialidad en el desempeño de los poderes públicos, el Gobierno de Aragón parece irremisiblemente condenado a dejar al descubierto no sólo su falta de aliento ético, sino sus constatadas prácticas de mal gobierno. Es posible que sólo de este modo –mediante la intervención de jueces y fiscales y la inhabilitación de determinados altos cargos de la Administración para el ejercicio de funciones públicas- se abran camino en nuestra Comunidad las propuestas dirigidas a fomentar la ética pública y el buen gobierno. No seremos nosotros quienes, a estas alturas, lo lamenten.
Está claro que las comparaciones son odiosas.
ResponderEliminarBien dicho.
ResponderEliminarCada palo que aguante su vela.
ResponderEliminarHubiese sido un buen legado de Pina un código de esta naturaleza.
ResponderEliminarLa Fiscalía ve indicios de delito en 13 de los 26 contratos de la DGA que investiga.
ResponderEliminarComentario:
ResponderEliminarDe todas maneras, misión cumplida, No se va a saber nada antes de las elecciones que es lo que quería el actual Gobierno. En dos semanas y con la campaña iniciada pues, a otra cosa mariposa; tierra sobre el asunto ( dejar pasar el tiempo, sabemos que la justicia es lenta...) y mientras tanto, nadie sabe nada y el que sabe calla, que es lo mismo. Con un poco de suerte seguimos los mismos y, una mentira se tapa con otrs y listo... pais...
¿Quién va a echar tierra sobre el asunto?
ResponderEliminarLos Tribunales han de limpiar las instituciones de una vez ...
ResponderEliminarEntre otras irregularidades detectadas en la gestión de la DGA de 2004 y 2005, destacan las que se refieren al Plan Especial de Depuración del Instituto Aragonés del Agua, dependiente de la Consejería de Medio Ambiente. No en vano, de los 479 millones de euros que suman los contratos investigados, 354,4 corresponden a este plan. La Fiscalía analiza la redacción de proyectos, construcción y explotación de las actuaciones de cinco zonas del proyecto de depuración.
ResponderEliminarTambién se han analizado, entre otras obras, la adjudicación del colegio de Parque Goya II, la glorieta y parquin subterráneo de Teruel, la reforma y ampliación del hospital de Barbastro o la rehabilitación del Monasterio de San Juan de la Peña (2,4 millones). En la mayoría de los casos las anomalías detectadas iban dirigidas a orientar la adjudicación de la obra.
Heraldo de Aragón.
A ver si acabamos con una determinada forma de hacer política, incompatible con el Estado de Derecho.
ResponderEliminarComentario:
ResponderEliminarBoné: yo también tengo gran confianza en los servicios técnicos y jurídicos de la administración aragonesa, pero en los servicios políticos no tengo nijnguna confianza, nada de nada... ¡¡ Dí todo lo que sabes y no chufles al aire!!
Desde luego la actuación de las Cortes no es para enorgullecerse.
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