miércoles, 23 de febrero de 2011

CELEBRACIÓN Y DEFENSA DE LA DEMOCRACIA.

Al cumplirse hoy treinta años del intento de golpe de Estado contra la joven democracia española, motivo de rememoración de aquellos sucesos en toda la prensa nacional, no está de más felicitarse y celebrar el hecho de que aquella intentona no lograse truncar la voluntad de democracia del pueblo español -hoy plenamente consolidada-, sin olvidar al mismo tiempo que la salud de la democracia requiere un cuidado permanente por parte de los ciudadanos y de las instituciones.

Esta Asociación tiene como primer principio estatutario el "compromiso democrático", entendido como respaldo pleno al principio de autogobierno de los ciudadanos, a través de las leyes aprobadas por los parlamentos que representan la voluntad popular, pero ese compromiso democrático ha de acompañarse de otros valores que le permiten alcanzar su pleno desarrollo, como son la defensa del principio de legalidad y la promoción de la ética pública. Hoy no hay más peligro para nuestro sistema democrático que la erosión del Estado de Derecho, el incumplimiento de la ley y el avance de la corrupción pública. Y es preocupante constatar que esa amenaza procede tanto de particulares como de algunos -unos consideran que pocos, a otros se nos antojan demasiados- responsables políticos que ocupan cargos institucionales y que anteponen al interés general otros intereses, ya sean personales o de partido.

La salud de la democracia se ve afectada no sólo por quienes logran supeditar los intereses generales a otros intereses espúreos, sino también por la débil reacción de los órganos e instituciones encargados de corregir esos abusos. La experiencia acumulada por esta Asociación a lo largo de sus cuatro largos e intensos años de actividad nos ha permitido constatar la resistencia de muchos responsables institucionales -en diferentes supuestos, cabe citar, entre otros, la Mesa de las Cortes de Aragón, el Defensor del Pueblo, el Ministerio Fiscal, la Inspección de Trabajo o la Inspección General de Servicios- para analizar y, en su caso, instar la corrección de abusos improcedentes e intolerables en una democracia respetuosa del Derecho.

No hemos dejado de creer por ello en las instituciones y en su insustituible papel para asegurar el respeto de las leyes por quienes ejercen funciones públicas, sean de carácter político o administrativo, pero mucho menos hemos cedido en nuestro empeño de seguir reclamando de tales instituciones el ejercicio de sus funciones de control y sanción de la ilegalidad y la corrupción, consideradas como las mayores agresiones que hoy sufre la democracia española, es decir, el régimen de autogobierno de que se han dotado los españoles al aprobar su Constitución.

Defender la plena vigencia de la democracia -entendida como gobierno de las leyes, por ser éstas la expresión de la voluntad general- es celebrar doblemente la democracia.

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