lunes, 12 de octubre de 2009

CÓDIGO DE BUEN GOBIERNO PARA EL AYUNTAMIENTO DE ZARAGOZA: CARTA AL ALCALDE BELLOCH

Zaragoza, 9 de octubre de 2009.

La Asociación se ha dirigido por escrito al Alcalde de la ciudad de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, para expresarle su satisfacción por la favorable respuesta dada por el Ayuntamiento a la petición de aprobación de un Código de Buen Gobierno, formulada desde esta Asociación, y aportarle información sobre los posibles contenidos de dicho Código, a la vista de los establecidos por los Ayuntamientos de Madrid y San Sebastián y de los trabajos realizados en el seno de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).

En los meses de noviembre y diciembre de 2008, el Presidente de la Asociación dirigió una petición a los máximos responsables de los Ayuntamientos de Zaragoza, Huesca y Teruel, de las tres Diputaciones Provinciales y del conjunto de las Comarcas aragonesas, solicitándoles la elaboración y aprobación de un Código de Buen Gobierno para sus respectivas instituciones, a semejanza del aprobado por el Gobierno de España en 2005.

De todos ellos, únicamente han respondido favorablemente a la propuesta el Presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, Javier Lambán, y el Presidente de la Comarca Bajo Aragón-Caspe/Baix Aragó-Casp, Javier Sagarra. A ambas instituciones se ha unido recientemente la respuesta dada por el Ayuntamiento de Zaragoza, en la que se expresaba su disposición favorable a estudiar dicha propuesta y se solicitaba una mayor concreción de la misma.

Si bien los códigos de conducta o de buen gobierno no constituyen una solución definitiva a los problemas de integridad en el funcionamiento de las instituciones, son un elemento importante de la estrategia en materia de ética pública, y por ello debe celebrarse que su implantación se vaya abriendo paso en las entidades locales de nuestra Comunidad Autónoma.

Esta Asociación va a seguir insistiendo en la necesidad de aprobación de dicho tipo de Códigos –como compromiso ético de los responsables institucionales con los ciudadanos- y en la importancia de que existan elementos de control sobre su observancia. La calidad democrática debe ser una preocupación constante de ciudadanos e instituciones y la ética pública es un elemento indispensable –aunque no exclusivo- para su aseguramiento.

Se reproduce, a continuación, el texto íntegro de la carta dirigida al Alcalde de Zaragoza:

“Ilmo. Sr. D. Juan Alberto Belloch Julve
Ayuntamiento de Zaragoza
Pza. del Pilar, 18
50071-ZARAGOZA

Zaragoza, 8 de octubre de 2009.

Estimado señor:

En contestación al escrito remitido a esta Asociación, con fecha 3 de septiembre de 2009, por parte del Coordinador General de Presidencia y Acción Social, hemos de manifestarle, en primer lugar, nuestra satisfacción por la expresa disposición del Ayuntamiento de Zaragoza a estudiar la propuesta planteada en nuestro escrito de petición sobre la elaboración y aprobación de un Código de Buen Gobierno para esa institución.

Respecto a la invitación que en el referido escrito se nos hace para concretar más la referida propuesta de aprobación de un Código de Buen Gobierno, hemos de remitir a ese Ayuntamiento al documento aprobado por el Gobierno de España, para los miembros del Gobierno y altos cargos de la Administración General del Estado, en su reunión de 18 de febrero de 2005, proclamando como criterios éticos que han de regir la conducta de los miembros del Gobierno y de los altos cargos de la Administración estatal los siguientes: objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad, credibilidad, imparcialidad, confidencialidad, dedicación al servicio público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad, eficacia, honradez y promoción del entorno cultural y medioambiental y de la igualdad entre hombres y mujeres.

Igualmente, según la información de que disponemos, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) ha promovido una comisión de trabajo, presidida por el Alcalde de San Sebastián, Don Odón Elorza, para la elaboración de un Código de Buen Gobierno que pueda ser adoptado, de forma voluntaria, por parte de las entidades locales españolas. Fue precisamente el Ayuntamiento de San Sebastián pionero en la aprobación de un Código de Buen Gobierno.

Dichos Códigos, además de constituir una proclamación expresa de los valores que han de regir el ejercicio de las responsabilidades políticas en el ámbito municipal y, consiguientemente, un compromiso de integridad con los ciudadanos y vecinos de la ciudad, deben incorporar mecanismos de control para asegurar el respeto a los valores proclamados y prever las correspondientes responsabilidades en caso de incumplimiento.

En consecuencia, valoraríamos muy positivamente que el Ayuntamiento de Zaragoza, al igual que en otros ámbitos de la gestión pública, sirviese de ejemplo al conjunto de los municipios aragoneses en materia de ética pública, mediante el impulso de un Código de Buen Gobierno como el propuesto, y que, con tal decisión, viniese a reforzar el trabajo que en tal sentido se viene realizando por parte de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).

Las instituciones públicas han de ser plenamente conscientes, en nuestra opinión, de la necesidad de adoptar conductas y pautas de gestión que aseguren la plena confianza de los ciudadanos en que los poderes públicos no tienen otra razón de ser que el servicio al interés general y el aseguramiento de los derechos de los ciudadanos y en que quienes ejercen cargos públicos lo hacen con plena sujeción a dichos fines.

Reiterándole nuestra satisfacción por la respuesta dada a nuestra petición, y agradeciéndole nuevamente la atención prestada, reciba nuestro más cordial saludo.

Julio Guiral Pelegrín. Presidente de la Asociación para la Defensa de la Función Pública Aragonesa”













ASOCIACION PARA LA DEFENSA DE LA FUNCIÓN PUBLICA ARAGONESA
C/ LEON XIII, 21, 4º CENTRO 50008-ZARAGOZA

14 comentarios:

  1. ¿Podrá atenderla en estos días de fiesta?

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  2. Esperemos que se tomen en serio el asunto.

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  3. NECROLOGICA PUBLICADA EN EL MUNDO:

    Le gustaba definirse como el «antiteólogo». Quizás porque nunca tuvo el título oficial, pero Enrique Miret Magdalena siempre ejerció de buscador de Dios. Y a pesar de ser químico de profesión, dedicó su vida a explicar al Dios-Padre al que tanto amaba. Murió ayer, a los 95 años. Con su mente siempre lúcida y un corazón que se cansó de latir. Detrás deja una obra imponente de alta divulgación teológica y, sobre todo, un sinfín de amigos, que lloran al último teólogo seglar.

    Era un gran humanista. Un intelectual católico sólido y bien formado, que se había codeado con Julián Marías, Zubiri, Ellacuría o López Aranguren. Intelectual y católico, en una época en la que la consigna era o intelectual o católico. Enrique Miret siempre supo casar la fe y la razón, incluso cuando estaba mal visto dar razón de la fe en los ámbitos universitarios y políticos.

    Pero él nunca se cansó de hacerlo. Y defendía a su Dios y a su Iglesia en las fronteras de la vida y de la política. Allí donde la valía intelectual pasa por el crisol del diálogo y del contraste de pareceres. Porque Miret dialogaba con todos. Con los ateos y con los creyentes. Con los políticos y con los obispos. Sin descalificar a nadie. Siempre abierto al viento del Espíritu que, como solía decir, «sopla donde quiere y como quiere». Como los heterodoxos. Y Don Enrique fue un gran heterodoxo. De los de la escuela de Menéndez Pidal, con reconocimiento unánime.

    Por eso, cuando cumplió los 90, sus muchos amigos le organizaron un homenaje. Arropado por los políticos e intelectuales de la transición. Lógicamente, la izquierda no quiso perderse el acto. Allí estaban desde Alfonso Guerra a Nicolás Sartorius, pasando por Enrique Múgica, Nicolás Redondo, Cándido Méndez, José María Fidalgo, Gustavo Suárez-Pertierra o Fernando Ledesma. Y algún representante suelto de la derecha como Oscar Alzaga o Núñez Morgades, junto a intelectuales, periodistas y representantes de todas las religiones.

    Allí lo definieron como «apóstol de la transición». Porque, en esa época, volvió a recuperar para la fe a muchos que se habían alejado de ella. Con Alfonso Guerra no lo consiguió, pero el dirigente socialista reconocía que «Miret influyó más de lo que se pueda pensar en nuestra concepción de la vida».

    Había nacido el 12 de enero de 1914 en Zaragoza. De familia acomodada, pronto se viene a Madrid con sus padres. Entre sus primeros recuerdos, el golpe de Primo de Rivera. Estudia en los jesuitas, en los maristas y, después, en el Liceo. Y, de pronto, descubre su deseo de hacerse jesuita. Pero, como solía decir, «la guerra lo frustró todo».

    Tras la guerra, acaba Químicas en la universidad Central en 1941 y se doctora en 1942. Pero apenas ejerce su profesión. Porque empiezan a lloverle los cargos. Aunque el soniquete de químico nunca le abandona. Así es como le llaman algunos obispos conservadores, cuando quieren descalificar sus obras o sus opiniones. O las huestes de la caverna eclesiástica, que le convirtieron, durante años, en su enemigo jurado. Pero, para la mayoría de los creyentes de este país, siempre fue un referente, un santo y seña.

    Durante décadas fue presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, signo de su valía personal y profesional. De hecho, son muchos los creyentes que alimentan su fe con sus innumerables colaboraciones en El Ciervo o en la desaparecida Triunfo, donde colaboró 20 años. Y en otros muchas revistas, periódicos y publicaciones de todo tipo. Con más de 2.000 artículos. Y unos 25 libros, entre los que destacan Amor y sexualidad, El nuevo rostro de Dios o El catecismo de nuestros padres.

    Porque si algo tuvo siempre claro

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  4. Enrique Miret es que la fe hay que proclamarla con los altavoces de los medios de comunicación. Ese fue otro de sus ministerios: hacer presente a la Iglesia católica en los medios. Eso sí, una iglesia abierta, dialogante, humana, sensible y cercana a los gozos y alegrías de la gente. Con entrañas de misericordia siempre.

    De arrolladora vitalidad, Miret se casó y tuvo siete hijos, a los que educó con primor. De hecho, sin descuidar sus deberes familiares, dirigió la empresa familiar y ocupó puestos importantes: presidente de Acción Católica, fundador de Ymca o presidente de la Copyme. En 1982, fue director general de Protección de Menores en el Gobierno de Felipe González. Allí conoció al Padre Ángel y con él selló una amistad indestructible de dos almas gemelas. «Quería y admiraba a Enrique. De él aprendí a querer más a los hombres y a Dios, a dialogar y a respetar a otras religiones e ideas. Era un hombre bueno, bueno», dice el fundador de Mensajeros de la Paz.

    Otros le llamaban «profeta». Porque cantaba las verdades del barquero. Incluso a los obispos. Decía, por ejemplo, que uno de los problemas de la Iglesia española actual es que «el episcopado ha ido a peor». A su juicio, la mayoría de los obispos actuales son «grises, mediocres y hasta ignorantes teológicamente». Y además, «recelan de los seglares».

    De ahí que les aconsejase, dada la proliferación de pastorales, notas y documentos de estos últimos tiempos, «que se callen durante unos 10 años y dejen hablar a los laicos». A los laicos heterodoxos como él. Porque los heterodoxos nunca mueren.

    Enrique Miret Magdalena, teólogo, nació el 12 de enero de 1914 en Zaragoza y murió en Madrid el 12 de octubre de 2009.

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  5. RECUERDO DEL PADRE ANGEL A MIRET EN ABC:

    3Miret, amigo y maestro Disminuir tamaño del textoAumentar tamaño del texto PADRE ÁNGEL, Fundador de Mensajeros de la Paz Martes, 13-10-09
    No puedo, ni quiero, hablar ahora sobre si Enrique Miret Magdalena fue o no un gran teólogo. Recibo con profunda tristeza la noticia de su fallecimiento en el Líbano, celebrando el Día de la Hispanidad con las tropas españolas.
    En este momento sólo puedo, y quiero, decir que de él aprendí a amar más a Dios y a amar más a los hombres. De él aprendí el respeto a otros credos y confesiones, a entender que nuestra Fe, siendo la verdadera, no era la única. De él aprendí que en el diálogo, no en la imposición, reside el valor de las opiniones y la fuerza de las creencias.
    Muchos aprendimos de lo divino -sin olvidarnos de lo humano- leyéndole en «Triunfo». Estoy seguro de que casi todos los que hoy son obispos seguían sus artículos, al igual que lo hacía la gente de izquierdas, y tantos otros que en esos años tenían muy a gala no pisar las iglesias.
    Miret Magdalena, desde la más exacta sencillez, supo ganarse el respeto de unos y otros, y con humildad absoluta aceptó las críticas, a veces crueles, de quienes más debieran haberle defendido. Aunque no todos, algunos obispos, como don Gabino Díaz Merchán, aún siendo presidente de la Conferencia Episcopal, le otorgó la confianza y el cariño de un amigo.
    Recuerdo la primera vez que me invitó a comer a su casa. Yo pensaba que un teólogo debía ser un hombre solitario rodeado de libros. Efectivamente, me enseñó una maravillosa colección de catecismos, pero de repente me vi en un comedor de una familia intensa e inmensa y con una esposa, Isabel, a la que dedicaba un amor exquisito. La última vez que compartí su mesa, hace muy poco, me emocionó ver cómo los suyos le atendían: con la ternura que se da a un niño y con el respeto que se debe a un patriarca.
    Cuando un maestro, cuando un amigo, nos deja siempre se lleva algo nuestro con él, pero Enrique Miret Magdalena nos ha dejado mucho: el amor de un hombre bueno, la riqueza de un hombre sabio y la certeza de un teólogo en que la muerte no es el final.

    Fundador
    de Mensajeros
    de la Paz

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  6. NECROLOGICA EN EL PAIS:

    Solía decir Enrique Miret Magdalena que a los católicos españoles, para entrar en la iglesia, se les dice que se quiten el sombrero, "no que nos quitemos la cabeza". Era su cita preferida de Chesterton, el famoso escritor de la serie del Padre Brown. Miret cumplió siempre con esa idea. Fue un católico libre, uno de los grandes teólogos seglares del pre y potsconcilio Vaticano II en España, un intelectual de raza. Murió ayer, a los 95 años. Sus restos mortales se encuentran en el tanatorio de La Paz en Alcobendas (Madrid), donde hoy se oficiará un responso, a la una de la tarde. Será incinerado. Su familia -esposa Isabel Bernal y siete hijos-, y algunos amigos, incluido algún arzobispo en activo, gestionaban anoche un solemne funeral en los próximos días, tal vez el viernes, en el majestuoso templo del Monasterio de la Encarnación, en Madrid.

    ¿Qué nos falta para ser felices?, se preguntó en uno de sus últimos libros Enrique Miret. Los filósofos llevan siglos preguntándose qué será la felicidad. No pocos sostienen, incluso, que ni siquiera la felicidad hace feliz al hombre que cree poseerla. Miret, inagotable polígrafo, tanteó múltiples respuestas, con sabrosas referencias a los más grandes humanistas de la historia. Era un sabio. Finalmente, dejó abierta la puerta a todas las respuestas. Sólo descartó que la felicidad se halle escondida detrás de la moral de los inmorales, bajo la teología de los que dibujan a Dios violento e intransigente -Dios es bello y Cristo, alegre, según Miret-, o entre los hombres cabreados que han gobernado el mundo en tantas épocas de la historia. Para Miret, la felicidad, como la risa, es contagiosa: "Un modo seguro de hacernos la vida agradable es hacérsela a los demás. En definitiva, ser moral para ser feliz".

    Miret, ex presidente y fundador de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, publicaba últimamente un libro por año, casi siempre en la lista de los más vendidos. Era un asombroso ritmo de trabajo para un teólogo laico que, aún vivo el dictador Franco, deslumbró con sus artículos en revistas como Cuadernos para el diálogo y Triunfo. Más tarde lo hizo en EL PAÍS, hasta muy recientemente.

    En la España del más oscuro nacionalcatolicismo tridentino, los artículos de Miret resultaron sorprendentes, un acontecimiento religioso. Hasta entonces, la teología -o el hablar de la única religión posible aquí- era monopolio de clérigos sombríos, ensotanados, cuanto más encumbrados mejor. A la jerarquía del catolicismo le resultó una impertinencia la aparición, y su creciente fama e influencia, del "teólogo seglar". Así se hacía constar Miret al pie de sus escritos. También fue el único laico de los cinco presidentes que ha tenido la influyente Asociación Juan XXIII.

    El alejamiento de la jerga eclesiástica se percibe en su larga bibliografía, que suma una veintena de libros. Que su lenguaje fuese civil no significa que no fuera profundo. Destacó por enfoques de gran pluralidad religiosa, sin dejar de ser profundamente católico. En una España de religión única, la católica, proclamada en el Boletín Oficial del Estado en 1953 como "sociedad perfecta", Miret sobresalió por su apertura hacia otras confesiones y movimientos espirituales, hasta entonces severamente perseguidos. Su sabio ecumenismo se adelantó a la Declaración sobre Libertad Religiosa del Concilio Vaticano II.

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  7. Entre sus libros -unos 35.000- presumía Miret de una gran colección de catecismos de todo el mundo, de alrededor de 1.500 ejemplares, algunos de ellos verdaderos incunables. En el despacho de trabajo de Enrique Miret hay una fotografía que el gran pensador enseñaba a sus visitas, con juvenil entusiasmo. Aparece a los 14 años junto a lo más granado de la muchachada del Liceo Francés en Madrid: hijos de Gregorio Marañón, de Ortega y Gasset, de Pérez de Ayala, de López Roberts... Habían fundado una revista, a esa edad. Todos famosos, o hijos de famosos; todos muertos, menos él hasta ayer.

    Uno de los libros de Miret se titula Cómo ser mayor sin hacerse viejo. ¿Cómo? Estuvo siempre tan ocupado que la muerte no le encontró hasta cumplidos con creces los 95 años. Tuvo una vida intensa, desde que sobrevivió a la guerra incivil de 1936 refugiado en la embajada de Paraguay. Pensaba hacerse jesuita. Acabó siendo doctor en Químicas y profesor de Ética. Además, fundó y gestionó una empresa, fue presidente de la Confederación de la Pequeña y Mediana Empresa, Copyme, y era presidente de honor de Mensajeros de la Paz, del entrañable Padre Ángel. En diciembre de 1982 fue nombrado por Felipe González director general de Protección de Menores. Ocupó el cargo cuatro años. "¿Por qué somos tantos los que queremos a Enrique?", se preguntó su ministro entonces, Fernando Ledesma, en una celebración del 90 cumpleaños de Miret.

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  8. Les institutions telles que le FMI et la Banque Mondiale recommandent régulièrement aux Etats de pratiquer la « bonne gouvernance ». Si les définitions de cette dernière varient, la promotion de cadres institutionnels favorables à l’ouverture des pays du Sud aux marchés financiers globalisés en est un élément récurrent. Le paradoxe est alors que des organisations internationales incitent les gouvernements nationaux non pas à une emprise sur la gestion de leur économie, mais à l’internalisation de politiques néo-libérales imposées de l’extérieur et à la dépossession de leur souveraineté. En outre, le FMI lui-même peut être montré du doigt comme modèle de « mauvaise gouvernance » de par certaines de ses pratiques opaques… Des transformations de l’architecture du système international sont plus que jamais indispensables pour la construction d’un monde démocratique.

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  9. En el Senado francés:

    proposition tendant à prévoir " un code de bonne conduite entre le Parlement et le Gouvernement ".

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  10. Queja de los estadísticos de la educación francesa:

    Bloquer les études qui dérangent, ne retenir que les données favorables, changer de thermomètre quand la fièvre monte : des professionnels des chiffres dénoncent les dérives, toujours plus graves, du pouvoir.

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  11. Dans un café anonyme de Montparnasse, une poignée de statisticiens de la Direction de l'évaluation, de la prospective et de la performance (Depp) du ministère de l'Education nationale ont décidé de tout déballer : le stress, la pression du cabinet et surtout la censure dont ils estiment faire les frais. En tant que service ministériel de statistique, la Depp a pour mission de réaliser des études, normalement rendues publiques, sur des sujets aussi variés que la scolarisation des enfants handicapés ou l'absentéisme dans les classes. "Montre-lui la liste des études qui n'ont pas été publiées", lance l'un d'entre eux. Une bonne quinzaine au total. Vérification faite sur le site Internet du ministère : à la mi-avril, aucune note d'information n'avait été mise en ligne depuis décembre 2008. Le robinet avait déjà commencé à se fermer l'an passé avec la publication de 39 notes seulement sur douze mois, contre 51 en 2007. "Comment nourrir le débat public si plus rien ne sort ?" interroge amèrement une des statisticiennes, à la Depp depuis une dizaine d'années. "L'information chiffrée est verrouillée rue de Grenelle. Mais c'est le cas aussi à Bercy, aux ministères du Travail, de la Santé ou de la Justice", affirme un autre.

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  12. ¿Qué endiablada miscelánea es esta?

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  13. No hay orden ni concierto.

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  14. Todo esfuerzo dará su fruto.

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